Las intrigantes mandíbulas de los ciervos voladores

Entre los insectos visualmente más espectaculares se encuentran sin dudas los llamados popularmente ciervos voladores. Como rasgo más llamativo de estos animales, tenemos que mencionar sin dudas sus desproporcionadas mandíbulas, las cuales se han homologado frecuentemente con las espectaculares astas de los ciervos reales, a lo cual deben su apodo. 

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Estas estructuras han sido sumamente interesantes para los científicos, quienes han estudiado durante años su mecanismo de funcionamiento y han descubierto así algunos de sus secretos.

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Los escarabajos lucánidos

Los ciervos voladores pertenecen a la familia Lucanidae, una de las tantas que conforman el grupo de los escarabajos. Se conocen alrededor de 800 especies de ellos a nivel mundial, aunque las especies más conocidas y espectaculares son las que viven en los bosques tropicales, donde pueden alcanzar tallas de hasta más de 3 pulgadas.

En ciertas especies, aproximadamente la mitad de su talla general la ocupan sus impresionantes mandíbulas, las cuales emplean para competir en cruentas batallas con otros machos de su misma especie, defendiendo así su territorio o el derecho a aparearse con una hembra. Son importantísimos en la naturaleza ya que viven en tocones y troncos de árboles muertos y en descomposición, a lo que contribuyen activamente sus larvas, contribuyendo así al reciclaje de los nutrientes en el ecosistema.

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El misterio de la fuerza de sus mandíbulas

A pesar de la fiera apariencia que le confieren sus mandíbulas, lo cierto es que la mordida de uno de estos escarabajos no es tan dolorosa como podría pensarse, y en la mayoría de ellos no pasa de ser un pellizco más o menos fuerte. Esto ocurre porque desde el punto de vista de la biomecánica, el largo de las mismas provoca que la presión en la punta sea relativamente débil. Esto podemos experimentarlo con nuestras propias manos, pues veremos que si presionamos las palmas con los brazos extendidos, ejerceremos menos presión que si lo hacemos con las manos en el pecho.

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Ahora bien, se ha comprobado que las hembras prefieren a los machos con las mandíbulas más grandes, lo cual va en contra de la fuerza que estos pueden tener en dichas estructuras. Entonces, ¿cómo logran estos animales desarrollar la fuerza necesaria para las batallas campales de la temporada de apareamiento? Pues se ha descubierto que han ensanchado notablemente su cabeza con respecto a las hembras y que han desarrollado en este mayor espacio interno unos músculos muy potentes para el cierre de las mandíbulas. Con ello crean un efecto de palanca mucho más eficaz y logran trasmitir una mayor fuerza desde la base hasta el extremo de las mismas, haciéndolas más potentes.

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De esta manera, los ciervos voladores han logrado compensar hasta cierto punto la debilidad que representa el mayor tamaño de la “cornamenta” que deben lucir para poder aspirar a que las hembras los elijan durante el exigente proceso de la selección sexual.

Interesante, ¿verdad? ¿Y sabías que el escarabajo pelotero se orienta con las estrellas?