¡El Everest está en problemas! Y todo por culpa de nuestra popó

Nuestra materia fecal puede ser un gran problema para el mundo, pero sobre todo para el Monte Everest. Son miles de personas las que por año se dirigen a la montaña más alta del mundo para realizar la expedición y llegar a su punto más alto. Sin embargo, lo que parece una diversión puede ser un gran problema para el ecosistema cuando se trata de satisfacer las necesidades humanas.

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Y es que estar tanto tiempo a la intemperie conlleva una generación de residuos importante, ni hablar de los cuerpos de quienes sufren accidentes fatales en el trayecto y terminan quedando allí para siempre. Pero el principal problema del Everest tiene que ver con la popó que los aventureros dejan en el camino, y que está transformando al lugar en una bomba de tiempo fecal.

Algo huele mal aquí

Imagen thinkstock

Las personas que año tras año se acercan al lugar no dejan detrás solo residuos, sino también heces y orina. En los cerca de 2 meses que lleva escalar el Monte Everest, el alpinista promedio produce algo así como 27 kilos de excremento. ¡Es muchísima materia fecal! Y teniendo en cuenta que hacia allá llegan 1.200 personas al año, las cifras se disparan.

Sagarmatha Pollution Control Committee, la asociación que se encarga de la limpieza del Everest, ha calculado que en la recolección de residuos del campamento base había 12 mil kilos de heces, que luego son depositadas en el lago helado Gorak Shep y se amontonan sin cesar.

El problema es que esa cantidad es solo la recogida de los baños del campamento, es decir, no está contabilizada la cantidad de excremento que los alpinistas dejan en el camino y que probablemente esté debajo de las piedras del Monte o tapada con nieve.

La mala gestión de estos excrementos, a largo plazo, provoca no solo problemas de sanidad sino también la contaminación de las aguas al pie de la montaña que son utilizadas por los lugareños e incluso por los turistas cuando necesitan beber agua o higienizarse.

Garry Porter, un ingeniero apasionado por el lugar, ha diseñado un plan para solucionar estos problemas de heces: se trata de un digestor de biogás para convertir los excrementos de los alpinistas en algo más útil. El digestor produciría fertilizantes y metano, un biogás renovable que puede usarse para cocinar alimentos, entre otras cosas.

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Sin embargo, hay un obstáculo en su proyecto: las bacterias no harán su trabajo a temperaturas muy bajas, y allí son realmente bajas. Así que el ingeniero está trabajando en la forma de lograr que esto suceda.

Ahora el Everest, además de ser conocido como una de las siete Maravillas del Mundo y la montaña más alta, es también denominado una «bomba fecal» y el estercolero más alto del planeta.

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