Le tenemos miedo a los payasos. Un miedo colectivo. Uno, claro, que se acrecienta cuando las noticias reportan que en más de 11 estados del país han avistado a sujetos vestidos con este disfraz escondidos tras los pastales o caminando con un hacha por la calle.
¿Por qué los payasos nos dan miedo? Hay una explicación científica
Mientras los avistamientos de payasos se suceden en varios estados, buscamos la razón psicológica acerca de por qué nos producen miedo.
Les tenemos miedo desde niños, aunque los padres insistan en hacerlos invitados privilegiados a las fiestas de cumpleaños de sus pequeños y aunque los hospitales estén comprometidos en llenar los cuartos infantiles con sus caras estrambóticas y maquilladas.
De hecho un estudio de 2008 realizado entre 250 niños en Inglaterra entre los 4 y los 16 años dejó claro que a ellos, incluso a los más grandes, no les gustaban las caras de los payasos que decoraban las habitaciones de las clínicas para menores. “Encontraban estas imágenes extrañas y perturbadoras”, explica la muestra.
Los payasos siempre han cumplido una función social, la de ser una especie de válvula de escape para satirizar y poder reírse de la realidad, pero ese, justamente, ha sido su problema: ante su cercanía uno nunca sabe si el payaso va a hacer que sueltes una carcajada o va clavarte el pastel de crema en la cara.
Sin embargo, que los relacionemos propiamente con algo terrorífico está ligado, según los expertos de Knox College, con la aparición, en 1970, del asesino en serie John Wayne Gacy, un sujeto que irrumpía en cumpleaños infantiles usando el nombre de “Pogo el payaso”, y quien fue responsable de más de 33 muertos a quienes enterró en el jardín de su casa en Chicago.
Esa sospecha que siempre había recaído sobre estos personajes se acrecentó. Esa intuición natural de que detrás de todas esa parafernalia no había exactamente sanidad mental quedó para el mundo confirmada y generalizada.

El cine cumplió su parte en sacarle provecho a este temor que empezó a vincularse con la sonrisa amplia, el pelo desordenado y la nariz roja de los payasos, que ahora resultaban encubiertos asesinos. Con películas como ‘Poltergeist’, de Tobe Hooper, lanzada en 1982; ‘Pennywise’, de Stephen King de 1990, y más reciente como ‘Horny el Payaso’, la percepción siniestra quedó confirmada y se hizo masiva.

“Después de realizar un estudio encontramos que la percepción de que algo es horripilante, escalofriante, pasa por una ambigüedad, una ambivalencia que no nos permite saber muy bien como reaccionar ante una situación, si quedarnos o salir corriendo”, explican Francis T. McAndrew Sara S. Koehnke autores de estudio titulado ‘La naturaleza del horror’ (‘Nature of creepiness’), en el que encuestaron a 1,341 personas entre los 18 y los 77 años, que decidieron que la profesión más rara y terrorífica era, efectivamente, la del payaso.
“El hecho de que los payasos usen maquillaje, y pelucas hace que puedan ocultar su identidad de una forma socialmente aceptada y eso crea una profunda sospecha”, explica Rami Nader quien se ha concentrado en estudiar la fobia a los payasos o coulrofobia.
Estos estudios solo confirman que si de asustar a una comunidad se trata no habrá nada más perturbador que usar... payasos.
Lea también:








