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Si quieres conquistarlo solo tienes que hacerle preguntas ¡lo dice la ciencia!

«Escuchar detenidamente te hace especial, pero casi nadie lo hace»

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Si te sientes incómodo en una fiesta, te gusta alguien y no sabes qué palabra pronunciar para comenzar a hablarle, empieza por una pregunta: «¿De dónde conoces al dueño de casa? ¿De dónde eres?» Y si bien parece un consejo fácil, no todas las personas lo realizan ¿por qué? Quizás la respuesta esté en si eres bueno escuchando al otro o no.    

Más preguntas, menos monólogos

Según una investigación, las personas no son muy buenas adivinando cómo hacer una buena primera impresión, el error más común suele ser comenzar una charla en primera persona (y no detenerse).

En un artículo publicado en el Journal of Personality and Social Psychology, algunos especialistas afirman que «la mayoría de las personas comienzan una conversación compartiendo sus propias opiniones en lugar de concentrarse en la otra persona».

A veces nos cuesta enfrentar la realidad, pero sucede que al principio nadie se interesa demasiado en cómo eres. En cambio sí funcionará si te enfocas en la otra persona.

La necesidad de ser escuchado

Imagen Thinkstock

Karen Huang, un estudiante de doctorado de Harvard Business School, hizo junto a colegas una serie de experimentos que confirmaron que las preguntas son más útiles que cualquier monólogo en una primera conversación. A un grupo de personas le asignaron nueve preguntas para hacerle a otras, mientras que a otro grupo le dieron un máximo de cuatro preguntas.

Luego consultaron a los participantes que dialogaron con estos dos grupos. Ellos tenían que calificar a las personas que iniciaron la conversación. Según la investigación, llegaron a la conclusión de que las mejores preguntas para hacer son las de seguimiento, ya que eso significa que estás escuchando. Y aquí está el punto clave de este estudio: a las personas les gusta ser escuchadas.

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Cualquier respuesta que demuestra que entiendes lo que la otra persona está diciendo tiene el mismo efecto que las preguntas. Pero ¡ojo! Esto no significa que conviertas cada charla en un interrogatorio porque las cosas podrían ir mal, todo está en saber equilibrar entre las preguntas y las respuestas que demuestren que te interesa lo que dice el otro.

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Todo era más sencillo de lo que parecía, ¡a fin de cuentas lo único que queremos todos es ser escuchados!