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¿Tus hijos te tratan de forma ingrata? Puedes hacer esto para que te respeten

A medida que pasa el tiempo, nuestros hijos ya no nos ven como sus heroínas...

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Todas las madres buscamos el bienestar de nuestros hijos, o al menos así lo hacemos quienes deseamos tener una relación sana con ellos. Sin embargo, como en toda relación humana, ambas partes deben aportar su cincuenta por ciento para que las cosas funcionen. 

¿Es posible que hayas dado tu cincuenta por ciento y que ellos sean desagradecidos u olviden todo lo que han recibido? ¿Es posible cambiar las cosas y que todo funcione bien en la familia? Aquí reflexiono sobre este tema y brindo algunas respuestas prácticas desde mi experiencia como consultora psicológica. 

El problema y sus causas

A medida que pasa el tiempo, nuestros hijos comienzan a vernos como una amenaza a la afirmación de su propia personalidad, como una competidora en el ámbito social e, incluso, a la hora de conseguir pareja, y empiezan a pensar que nuestra forma de pensar es anticuada y obsoleta. Pasarán muchos años para que nuestros hijos reconozcan nuestro valor nuevamente.

Sin embargo, hay hijos que son especialmente ingratos y lo demuestran cuando pasan la adolescencia o luego de su divorcio viven con nosotros nuevamente: suelen creer que son los dueños de nuestra casa, de nuestros horarios y de nuestras decisiones.

Imagen Thinkstock

¿Qué hacer?

Tanto si se tata de un niño, u adolescente o un adulto joven, lo primero es conversar de esto y en forma calma con tu hijo y recordarle que todavía estás en tu pleno uso de tus facultades mentales, y que puedes decidir sobre qué va a hacerse o no en tu propia casa.

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Sin embargo, podrán consensuar juntos algunas cosas: quién y cómo va a realizarse la limpieza, cómo organizar los horarios, etc. Para ayudarte puedes leer estos Tips para mejorar la comunicación en la familia.

Además, deja claro con amabilidad y con acciones que una relación contigo no es una necesidad para tu hijo/a sino un privilegio que debe ganarse. El respeto debe fluir en ambas vías y no olvides nunca que no necesitas someterte continuamente a sus faltas de respeto, de consideración, ni a sus groserías.

En conclusión,  si tu hijo es tan ingrato como para no recordar como lo / la cuidaste desde su nacimiento y durante muchos años, ser en la actualidad una madre firme pero flexible puede devolverle la estima hacia ti. Si esto no lo hace cambiar, será mejor que sigas con tu vida.

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