En las últimas semanas se ha hablado mucho sobre la violencia de género. Hemos escuchado, hemos visto y hemos leído incontables opiniones, descargos, insultos e información sobre el tema. Pero ¿cómo podemos ayudar a que esto termine?
Para eliminar la violencia de género debemos empezar en casa. ¡Estos consejos pueden ser muy útiles!


Todas las movilizaciones y acciones que han tomado las mujeres latinoamericanas han sido maravillosas, sin embargo ¿las movilizaciones harán que el violador deje de violar? ¿Acaso el acosador callejero tomará conciencia? ¿O ese novio/marido va a dejar de golpear?
Nos llaman feministas, feminazis, locas, exageradas. Nos dicen trolas y enfermas por defender nuestros derechos, por pedir respeto en la calle. Nos dicen putas por salir de noche solas y nos llaman exageradas cuando tenemos miedo de pasar solas delante de un grupo de hombres. Todos se embanderan con la igualdad pero nadie defiende.
¿Defender? A mí nadie me tiene que defender
Es verdad, no debes sentir que vives en una amenaza constante, pero cuando escuchas ese “piropo” y pides respeto, ninguno de los defensores de la igualdad dice una palabra ¿no? Eso es complicidad, eso es machismo, eso es no respetar tu derecho. Entonces, me vuelvo a preguntar ¿cómo terminamos con esto?
Deja de educar sumisas y dominantes
Suena a cliché, pero el cambio empieza por casa. El machismo está incrustado en cada pedazo de la sociedad y para sacarlo de ahí tenemos que dejar de criar machitos y sumisas.
¿Tú no lo haces? Sí, lo haces.
- Lo hiciste el día que le dijiste a su hija que tuviera cuidado que se iba a lastimar y dejaste que tu hijo saltara (confiada de que iba a poder).
- Lo hiciste cuando le dijiste a tu hijo “los hombres no lloran” y a tu hija “si lloras te pones fea”.
- Lo hiciste cuando no la dejaste elegir el verde y le diste el rosa, cuando la llevaste a gimnasia artística y no a fútbol.
- Lo haces todos los días cuando en el almuerzo a ella le das más ensalada y a él lo dejas repetir las papas fritas.
- Lo haces cuando le dices que no diga malas palabras porque no va a conseguir novio.
- Lo haces cuando quieres llevarlo a "debutar" con una trabajadora sexual.
Parece que no existe, parece que somos conscientes, creemos haber aprendido, pero todavía no.
Educar tiene sentido
Los niños son el futuro (todos lo sabemos), ellos son nuestra esperanza, por ellos es que queremos un mundo mejor. Y no hay mejor manera de crear un mundo mejor que educándolos desde la igualdad. Él no es más fuerte por ser varón, ella no es más débil por ser mujer.
La primera vez de ella será igual a la de él. A los dos les romperán el corazón más de una vez. Ella será buena en los deportes y en la escuela; él también. Lo que los diferencia son características físicas ¿te das cuenta?
Los estereotipos de hombre y mujer están incrustados en nosotros, pero debemos desterrarlos.
- Deja de referirte al homosexual como “putito” o “maricón” delante de tus hijos.
- Deja de decir que es una fracasada porque es soltera delante de tus hijos.
- ¿Por qué depositas tus expectativas en que tu hija se consiga un buen novio? Si ella nació entera, no necesita una mitad.
- ¿Por qué no quieres que él haga actuación o danza? ¿De qué tienes miedo? Deja que vaya detrás de sus sueños, en definitiva eso son... sueños.
- Los varones tienen que saber cocinar, tender la mesa, lavar la ropa; las mujeres también. Entonces, ¿por qué permites que el domingo, mientras miran el partido, él se quede sentado y ella ponga la mesa? ¿Por qué le haces el bolso para las vacaciones a él y le pides a ella que te ayude?
De nuevo creemos que aprendimos y en realidad seguimos con la idea del varón cabeza de familia y la mujer ama de casa.

Los millennials somos la clave
Semiconscientes de la situación somos los que tenemos el poder de expandirla o terminarla. Nosotros como padres, como tíos o padrinos tenemos que hacer de nuestros niños iguales. Por eso es que hay que decirle basta a las frases:
- “Los que se pelean se quieren” (Los que se quieren se acompañan)
- “Los hombres no lloran” )Si quieres llorar, ¡llora!)
- “Las damas no hacen esas cosas” (Hacemos mucho más)
- “¿Le pediste permiso a tu novio?” (Mis decisiones son mías)
- “No seas marimacho” (Puedo ser lo que quiera)
- “No seas pollerudo” (¿Qué es ser pollerudo?... ¿Amar?)
Y podría seguir, la lista es interminable, los micromachismos están en todos lados. Es nuestro deber identificarlos y censurarlos para que nunca más tengamos que hablar de femicidios.
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