Una, desde que se entera que está embarazada, no ve la hora de que nazca el bebé para conocerlo, tenerlo en sus brazos y mimarlo. La verdad es que esos 9 meses están tan cargados de emociones que pasan rápidamente y cuando queremos acordar estamos saliendo para el hospital a tener a nuestro hijo.
La vuelta a casa con mi bebé

Por lo menos a mi me pasó así, y si bien no todos los días son iguales en general esos 9 meses de espera pasan rápido. Cuando quise acordar empecé con las contracciones, en ese momento ya no hay vuelta atrás, una se da cuenta de que ese ser que te acompañó por tanto tiempo ya no va a formar parte de tu cuerpo, va a nacer y ser una nueva persona, independiente, pero que va a depender 100% de los demás, y sobre todo de sus papás.
Los cuidados básicos del recién nacido
Una vez que nace una está tan emocionada, llena de hormonas y felicidad que creo que no es consciente de lo delicado y dependiente que es esa personita.
No fue hasta que llegué a casa del hospital que me di cuenta… mientras estaba internada tenía todos los mimos y cuidados del personal de la salud, no había que preocuparse por mucho, pero cuando llegué a mi casa pensé ¿y ahora…? ¡Cómo voy a saber si tiene frío, hambre, calor cólicos o vaya a saber una qué! ¿Qué vamos a comer? ¿Se secará la ropa a tiempo? No es fácil volver al mundo real… y menos aún darse cuenta de que ya no van a ser solo dos en casa, sino que tres, o en algunos casos ¡hasta más!

Tener algunas cosas resueltas de ante mano puede ayudar, en mi caso que el papá se tomara algunos días de licencia para estar con nosotros ayudó mucho. Los primeros días pueden ser un verdadero caos, una no se acuerda si comió, si fue al baño o si durmió lo suficiente como para sentirse bien, a qué hora comió el bebé, si hay que cambiarlo o no... muchas cosas.
La rutina diaria con un recién nacido
Al pasar los días se va estableciendo una rutina y vamos conociendo a esa personita, así que lentamente todo adquiere cierta normalidad, dentro del caos por supuesto.
Los amigos y familiares siempre están dispuestos a dar una mano, y la verdad es que viene muy bien. No solo con el cuidado del más pequeño, que te ayuden a colgar la ropa o que te llamen para hablar un ratito puede ser todo un alivio.

La depresión post parto está ahí, latente, y si bien puede que no sea nada más que un bajón de tanto en tanto, es importante sentirse querida, estar bien y hablar, no hay por qué guardarse nada.
Es normal que tanto cambio nos abrume un poco, pero no hay que olvidar que tenemos a esa personita especial que tanto esperamos para cuidar y mimar, y si bien al principio no hace mucho más que dormir, comer, hacer sus necesidades y llorar, con el tiempo, a medida que van pasando los meses, todo ese amor que le damos es más que retribuido.









