Sabemos lo importante que es aprender otro idioma. Hoy en día ser bilingüe es casi tan importante como saber hablar bien la lengua nativa. Ningún empleo ni actividad que se precie deja de incluir un idioma extranjero. Inclusive es necesario aprender uno si se desea ser un profesional cualificado en un futuro cercano. La gran pregunta que se nos presenta en esta oportunidad es cuál es la edad adecuada para que los niños aprendan un nuevo idioma y si todos son aptos para ello.
La edad ideal para que los niños aprendan un nuevo idioma es antes de lo esperado, explica una docente


Monika Schmid, profesora de Lingüística de la Universidad de Essex, nos explica cuál es la edad adecuada para que los niños introduzcan un nuevo idioma en su lenguaje.
¿Cuál es la edad correcta?

Una investigación en la que se usaron escáneres cerebrales y estadísticas indica que nuestra capacidad de aprender un idioma disminuye gradualmente con el paso de los años. Todos los niños son como esponjas y absorben todo lo que aprenden mucho más rápido que los adultos, debido a que su mente no está «llena de preocupaciones» como la nuestra. Por eso, aprender el idioma extranjero al mismo tiempo que aprenden a leer y escribir es lo más indicado.
Una de las razones principales para ello es que los niños pueden dedicar más esfuerzo al aprendizaje. En cambio, los adultos tienen otras preocupaciones. Además, tienen la ventaja de poder aprender la pronunciación y la gramática de su lengua nativa al mismo tiempo que incorporan los vocablos del idioma extranjero.
Sin embargo, el aprendizaje de un nuevo idioma no debe ser exclusivo de los niños pequeños, aunque, según la lingüista, es lo más conveniente. Los adolescentes también aprenderán más rápido que cualquier adulto.
Por lo tanto, podemos inferir de acuerdo con la información aquí proporcionada que la mejor edad es cuando son niños y recién están aprendiendo a leer y escribir o durante la adolescencia, pues los conocimientos son más sencillos de adquirir que en la edad adulta. No podemos hablar de un periodo crítico, porque la edad en la que es conveniente que los niños aprendan una nueva lengua varía de acuerdo con sus deseos y necesidades.
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