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Estas son 6 razones por las que las parejas se pueden separar después de tener hijos

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Casados o no, la vida en pareja pasa por muchos momentos de ajustes y conflictos, pero sin duda, ninguna se compara a la llegada de un hijo.

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A pesar de que la paternidad sea algo planeado y deseado, convertirse en padres pone a prueba la cordura de cualquier persona y la fortaleza de su unión como pareja, y lamentablemente, muchas terminan por verse abrumadas ante su nueva realidad.

Las razones por las que la llegada de un hijo pone a prueba a la pareja son muchas, pero estas son algunos de los motivos más comúnes por los que las parejas se separan después de tener hijos:

#1 No entienden los cambios físicos y emocionales del embarazo

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Desde que están embarazadas, muchas mujeres comienzan a sufrir por hacerle entender a su pareja todos los cambios que están viviendo a causa de las hormonas.

El verdadero problema es que la mayoría piensa que en cuanto tengan al bebé en brazos, las cosas volverán a la normalidad, cuando en realidad los cambios físicos y emocionales que provoca la maternidad continúan hasta mucho después. Si a eso le sumamos la falta de sueño y el estrés que provoca la nueva responsabilidad de hacerse cargo de un pequeño, la situación se vuelve realmente complicada para ambos.

#2 Descubren que lo más difícil viene después del parto

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Dicen que el embarazo es como una fiesta, y el posparto es la cruda del día siguiente, sólo que por desgracia, dura mucho más.

La realidad es que cuando el bebé ya está en casa, las dinámicas del hogar se modifican por completo. En la mayoría de los casos, el papá vuelve a trabajar después de unos cuantos días, mientras la mamá se queda sola a cargo del nuevo bebé. Y cuando él llega, se topa con una mujer agotada que le ruega por que cuide al bebé 5 minutos mientras va al baño, una criatura llorando y la casa hecha un caos.

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Y esto es solo el principio, porque luego comienzan las discusiones para ver quién se levanta de madrugada para atenderlo, si es mejor dejarlo llorar o sería preferible que durmiera junto a ustedes, si el pediatra o la mamá dijo que hicieran tal o cual cosa y el otro no está de acuerdo... En fin, que la responsabilidad de la crianza puede llegar a ser muy abrumadora.

#3 Se rompe la comunicación

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Nadie nos dijo en qué consistía esto de ser padres, ni los sacrificios que tener un hijo realmente implica

Entre la rutina diaria con el nuevo integrante de la familia, los quehaceres domésticos y las responsabilidades del trabajo, las parejas terminan por no tener tiempo ni para hablar.

Y al llegar la noche, si no caen dormidos en cuanto tocan la cama, lo que menos tienen son ánimos de ponerse a platicar, y prefieren ver un rato la televisión, leer un libro, revisar las redes sociales en el celular o cualquier otra cosa que los ayude a distraer o relajarse.

Y así, la comunicación en el matrimonio comienza a reducirse a preguntas sobre si compraron los pañales, pagaron las cuentas, confirmaron la cita del pediatra... apenas unas cuantas frases que poco tienen que ver con nuestras inquietudes, deseos o esperanzas.

#4 Se pierde la intimidad


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Conforme van pasando los días y se acumulan los quehaceres, los momentos para desconectarse y relajarse en pareja se van volviendo cada vez más escasos. Y a pesar de que muchos piensan que conforme los niños crezcan, irán teniendo más espacios para poder volver a estar solos, en realidad no es así.

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Las noches, consideradas el momento ideal para revitalizar la relación de pareja, dejan de serlo cuando se tiene un hijo. De bebés, se despiertan a cada rato para comer y buscar el consuelo de mamá, y cuando crecen, vienen las enfermedades, las pesadillas, en fin. Encontrar el momento adecuado para tener un rato de intimidad se convierte en una verdadera proeza, y cuando se dan cuenta, ya  pasaron meses esperando a poder compartir un poco de tiempo sólo para ustedes.

#5 Les cuesta aceptar que ya no son los mismos


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Muchas personas aseguran que, a pesar de tener hijos, jamás cambiarán su forma de ser. Y ese es el peor error que se puede cometer después de convertirse en padres.

Las vidas de pareja sin niños y después de tenerlos no pueden ni deben de ser iguales. Darse cuenta de que ya no son los mismos es el primer paso para asumir su nueva realidad y aprender a vivir con ella. Antes de los hijos ninguno de los dos tenía las mismas responsabilidades ni obligaciones.

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Pero si se niegan a aceptar este maravilloso cambio de vida, con todo lo bueno y lo malo que puede traer, la presión se vuelve insoportable, hasta que ya no reconoces en la otra persona a aquella de quien te enamoraste, o peor aún, ni siquiera puedes reconocerte a sí misma.

#6 Y vienen más hijos...

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Muchas veces, cuando apenas están tomando un respiro y encontrando la manera de sobrevivir a la llegada del primer bebé, aparece el segundo, y luego hasta el tercero, cuarto... Y así las discuciones también se multiplican.

A pesar de que muchas parejas piensan que al tener hermanos, los hijos se vuelven menos demandantes y se la pasan jugando juntos, la realidad es muy distinta.

Por si fuera poco, dedican la mayor parte de su tiempo y energía a los niños, y cuando finalmente tienen tiempo para estar solos, muchos ya ni siquiera saben qué hacer. Por eso es muy importante que al primer signo de que algo no está funcionando, se tomen un tiempo para recordar que gracias al amor que existe entre ustedes, es que ahora son una familia.

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