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¿Es necesario inyectarle vitamina K a los recién nacidos?

A partir del año 1944 la inyección de vitamina K comenzó a formar parte del protocolo que se le realiza a un recién nacido. Si bien la introducción de esta práctica se inició en Estados Unidos, no tardó en propagarse por el resto de Occidente y, hoy por hoy, forma parte también de los protocolos hospitalarios regulares de la mayoría de los países de América y Europa.

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Sin embargo, muchos padres en la actualidad se preguntan si es realmente necesario aplicársela a sus hijos minutos luego de llegar al mundo. Para aclarar esta cuestión, decidimos compartir contigo algunos datos al respecto.

¿Qué es la vitamina K?

Es una vitamina liposoluble cuya función tiene que ver con activar las moléculas que permiten la coagulación de la sangre. Si como adultos nos faltara vitamina K, existirían probabilidades de que se genere una hemorragia interna. Solemos obtener la mayor fuente de esta vitamina por medio de los vegetales (sobre todo los de hoja verde) y también de las bacterias que habitan los intestinos.

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¿Por qué se les inyecta a los recién nacidos?

La mayoría de los bebés nace con niveles de la vitamina que se consideran insuficientes, lo que podría llegar a provocar hemorragias internas que afecten tanto el cerebro como el resto de los órganos poniendo en riesgo la vida del recién nacido. Sin embargo, es importante aclarar que la  incidencia de esta afección es verdaderamente baja: de 0,25 % a 1,7 %. De todos modos, se ha decidido internacionalmente incluirla en los protocolos médicos como forma de prevención.

¿Cuáles son los factores de riesgo para que se produzca una hemorragia?

Los factores que aumentan las probabilidades de que el bebé sufra una hemorragia interna son los siguientes:

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  • Bajo peso al nacer.
  • Nacimiento prematuro.
  • Nacimiento con fórceps.
  • El hecho de que la madre tome determinados tipos de fármacos, como anticoagulantes, antibióticos o anticonvulsivos durante el embarazo.
  • Una enfermedad del hígado que no había sido detectada.
  • Parto por cesárea.
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¿Por qué resulta tan controversial esta inyección?

  • El primer argumento que sostienen aquellos que están en desacuerdo con la inyección tiene que ver con la dosis. La dosis que se le inyecta a los recién nacidos está calculada en base a una deficiencia de un adulto, y no a la de un bebé.
  • Algunos expertos en la materia aseguran que la dosis es 20 mil veces mayor de lo que debería obtener un recién nacido.
  • Por otra parte, observan que el riesgo de que el bebé pueda sufrir una hemorragia interna es muy bajo (1 en 200) y que resulta «poco ético» inyectársela solo por si acaso y añadir una presión extra al recién nacido, que ya de por sí experimenta cambios drásticos al salir del útero de su madre hacia el mundo exterior.
  • También resulta interesante remarcar que los niveles de protrombina (proteína que colabora en el proceso de coagulación de la sangre) en un recién nacido recién alcanzan los niveles normales alrededor del octavo día de vida y es en este momento que él comienza a producir las bacterias en el tracto digestivo necesarias para la generación de vitamina K. Esto quiere decir que al cabo de unos días el bebé por sí solo sería capaz de fabricarla, solo que lo realiza cuando su organismo está preparado, no antes.
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Algunos puntos a considerar

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  • Además de la dosis, que muchos consideran desproporcionada para un recién nacido, el dolor infligido y el uso cuestionable del término deficiencia, existen otros puntos que deberían considerarse en torno a la vitamina K.
  • La inyección aumenta las probabilidades de que el bebé contraiga infecciones, cuyos gérmenes pueden realmente dañar la salud del bebé en un momento en el que su sistema inmune todavía no está lo suficientemente maduro.
  • La inyección contiene sustancias químicas conservantes que pueden ser, una vez más, perjudiciales para el sistema inmunológico del recién nacido.
  • La vitamina K se absorbe gracias a los intestinos, que se encargan de asimilarla cuando llega de los alimentos. No obstante, la inyección es intramuscular, lo que provoca una dosis de la vitamina que ingresa al organismo del bebé de una manera forzada y distinta a como podría hacerlo si fuera por métodos naturales.
  • El calostro de la leche materna es sumamente rico en vitamina K. En consecuencia, un recién nacido que toma pecho de manera inmediata luego de nacer obtendrá la vitamina de manera natural sin necesidad de intervenciones externas.
  • El nacimiento es una experiencia sensorial realmente impactante para el bebé. Dentro del vientre materno obtenía todo lo que precisaba y se sentía muy a gusto sin necesidad de hacer nada. Luego del parto, el recién nacido experimenta frío, hambre, telas que lo envuelven e incluso la sensación de la gravedad, que para él es algo novedoso. Algunas personas consideran que inyectarle una aguja en este momento tan delicado no es forma más agradable de recibirlo en este mundo.
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Soluciones sencillas

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Catherine Beier, especialista en el desarrollo infantil y fundadora de la organización Birth Bound International, afirma que existen formas de reducir las chances de que el bebé sufra una hemorragia interna sin tener que acudir a la inyección de vitamina K. Algunas de las soluciones que plantea son las siguientes.

  • Reducir las intervenciones y el uso de medicación que disminuya el dolor como los narcóticos, la epidural, la inducción y el nacimiento por fórceps o ventosa.
  • Pedir una dosis oral en vez de una inyección. Esta alternativa reduce la posibilidad de que el recién nacido reciba una dosis excesiva de la vitamina y también minimiza las chances de que esté expuesto a sustancias conservantes nocivas. Además, la vitamina K en gotas se absorbe por medio de los intestinos, que sería la forma en la que naturalmente debería asimiliarla.
  • Amamantar al bebé enseguida del nacimiento y evitar darle suplementos.
  • Consumir la cantidad suficiente de alimentos ricos en vitamina K durante las últimas semanas de embarazo.

Existen diferentes posturas respecto a la inyección de vitamina K. Algunos profesionales de la salud adhieren a los protocolos internacionales y aseguran que es indispensable, mientras que otros dudan acerca de su aplicación y promueven otras alternativas más naturales y menos invasivas. Los padres tendrán que tomar una decisión informada al respecto y proceder de acuerdo con lo que consideren más adecuado para sus bebés.