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En estos tiempos, ¿quiénes son los que REALMENTE crían a nuestros hijos?

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En el mundo en que vivimos la paternidad y maternidad cada vez inician más temprano y, aunque hasta un tornillo que se compre viene con un manual de instrucciones, nadie nos prepara para ser padres y madres mas allá de la manutención y cuidado del bebé, al menos mientras dura la licencia médica post- parto.

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La mayor preocupación está puesta en que no falte alimento, vestido y saber que el niño o la niña siempre esté con alguien que a nuestro juicio sea confiable y que esto nos permita ocuparnos de otras actividades que pueden ser trabajo, estudios o simplemente tiempo de ocio. Hemos confundido el criar con el educar y esto nos conlleva a delegar en otros la parte de formación previa que deberían llevar los hijos e hijas a la escuela por no sentirnos en capacidad de hacerlo o porque no nos corresponde.

Según el diccionario la crianza, se refiere a la Alimentación y cuidado que recibe un animal o bebé recién nacido hasta que puede valerse por sí mismo que incluye el proceso de educación, enseñanza y aprendizaje. Sin embargo, en la definición no habla de actores y aunque se sobreentiende que va dirigido a progenitores o tutores, por nuestros compromisos cotidianos o intereses particulares lo hemos ido delegando a terceros.

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La escritora y orientadora familiar, Victoria Cardona, en su libro Quién cría a tus hijos sostiene que uno de los aspectos más preocupantes que se detectan en las relaciones entre familia y escuela es que las relaciones que las familias mantienen con el conjunto de la sociedad se han trasladado a los centros de enseñanza. Las familias empiezan a considerarse "clientes", consumidores de los servicios educativos, a los que demandan mayor calidad en los productos, olvidando que es la familia la protagonista de la educación de sus hijos.

Cualquier madre o padre tiene la capacidad de mejorar con el fin de atender mejor a sus hijos y no abdicar de su primera responsabilidad, que sigue siendo la misma aunque vayan a la escuela, porque saben que son los primeros educadores de sus hijos. Saben, también, que cuando esta tarea se vive con ánimo positivo en casa y se colabora con la escuela, su hijo obtiene beneficios excelentes. La función del centro educativo es, fundamentalmente, la de impartir unos conocimientos que los padres no pueden dar y de ser el refuerzo y el apoyo complementario para ayudar al individuo a desarrollar su formación completa en todos los ámbitos de su personalidad.

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Los niño(a)s a partir de los 2 años, algunos antes, son recibidos en centros privados para su cuidado al tiempo de transmitirle algunos conocimientos hasta que inician la etapa de estudios primarios. Entonces, ¿en manos de quién depositamos nuestros hijos la mayor parte del tiempo?; ¿quiénes son realmente los que los educan en los diferentes niveles?

Las madres cada vez están menos en casa; la mujer ha ido buscando su realización profesional y laboral ausentándose en ocasiones por 7-10 horas del hogar y cuando llegan es a lidiar con el quehacer doméstico, organizar uniformes, revisar si la tarea está hecha, atender al esposo, descansar y un largo etcétera. Y culturalmente, al papá no es a quien le corresponde la crianza, sino ser el soporte económico; esto ocasiona que la formación que reciben sea deficiente y cuando les toque repitan los patrones que aprendieron.

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Cuando el niño o la niña tiene un mal comportamiento somos severos en juzgar a los padres sobre lo que ellos hicieron, dijeron o dejaron de hacer, nos llenamos la boca con lo mal educado que es el hijo de Fulano o mira lo que hizo el de Perencejo en términos muy dominicanos. Pero realmente: ¿tienen ellos la culpa cuando no han sido los responsables de la formación de estas personitas? ¿O será que esa conducta es justamente el reflejo de la falta de las figuras paternas?

Son muchos los que lloran el amargo fracaso de sus familias y se cuestionan a viva voz ¿Qué hice mal?, ¿en qué me equivoqué contigo?, ¿de quién aprendiste eso porque aquí no fue?

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La humanidad ha sido testigo de que la inversión en buenos colegios, clases extracurriculares, dominio de saberes diversos se quedan cortos si no hay igual inversión en tiempo de calidad con los nuestros. No es estar en casa ni siquiera estar cerca de ellos para vigilarlos y que no se metan en problemas; es una compañía activa, involucramiento con ellos, un diálogo que incluya no solo sus faltas sino las nuestras como padres y madres. Parece que aquellos definidos por Joan Manuel Serrat, como los que organizan los horarios, que domestican por el bien del niño, transmiten las costumbres y cuentan cuentos que alcanzan para dormir, no tienen mucho sitio en la programación actual.

La ausencia es notable y eso, en vez de arreglar las cosas las empeora, porque Incluso aunque los padres no se hallen presentes, los niños llevan en su interior una idea de padre y de madre, es una ley psicológica, explican los expertos, cosa que se contradice con una sociedad donde sobreabundan las madres solteras y los hijos huérfanos de padres vivos. Así mismo, huérfanos porque aunque están ahí no se ocupan de estos y es igual como si no estuvieran. Entonces un educador, una madre o padre adoptivo, una abuela tutora, un amigo y el conjunto de personas que ayudan a un niño a ser sujeto de sí mismo son los padres que crían en nuestro tiempo.

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Sin embargo, no es a ellos es a quien la sociedad juzga cuando el niño o la niña tienen un mal comportamiento sino a padres biológicos. La psicóloga Laura Esteba sostiene “No existen padres buenos o malos ni culpables, sino padres responsables que se equivocan, se enjuician y se cuestionan, se comprometen con las situaciones de sus hijos. Ser padres no es una profesión. No basta con formarse o informarse para adquirir competencias de progenitor. Ayuda, pero no es suficiente”.

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Traerlos al mundo demanda realizar un gran número de ajustes en la vida en general, desde el espacio físico que debe reacomodarse para que ese niño que viene tenga lugar, como el espacio afectivo que ese niño va a demandar en la familia. Una demanda de atención, de compañía, de cuidado, de seguridad, de contención y de presencia. Hagan lo que hagan los padres, su educación siempre es mala a ojos de sus hijos. Sólo deben preocuparse en caso de que el niño los encuentre perfectos, ya que siempre habrá épocas difíciles de pasar, y aceptar como padres que es imposible evitar todo sufrimiento a los niños. Es una tarea muchas veces de gran dificultad, pero recuerden los hijos no siempre escuchan todo lo que les digas que hagan pero siempre harán todo lo que usted hace.

La crianza de los niños es una de las tareas más difíciles y satisfactorias del mundo y es para la que menos estamos preparados.

Esta es la reflexión que Fátima Cáceres Veloz, de República Dominicana, nos compartió en iMujer. ¡Tú también puedes enviarnos la tuya! Porque toda mujer tiene alguna experiencia para contar y compartir con otras mujeres, este es tu lugar para expresarte: comparte tus experiencias con nosotras en iMujer.