Con una maleta lleno de sueños y muy enamorada, salí de mi país, Brasil, con destino a Chile. Tenía 19 años y no muchas pretensiones, más que ser amada.
Mi HIJA llegó para darle sentido a todo lo que pasé en mi vida y no perder las esperanzas

No fue un camino fácil, porque el amor no fue correspondido como lo pensé que sería. A esa frustración se le sumaba la dificultad del idioma, los prejuicios y la ausencia de la familia para apoyarme.
Pasé casi un año tratando de convencer a mi amado que yo era la mujer ideal para él; dentro de mi inmadurez pensaba que el desamor podria transformar en amor solo con insistencia y perseverancia. Mientras eso no pasaba, comencé a armar mi vida en un país ajeno, trabajando, aprendiendo el idioma, conociendo la cultura.

Despues de un año, ya no tenía esperanza alguna de que el amor tocara mi puerta y un día, sin que lo esperara, me dijo que queria comenzar una historia conmigo. ¡Ese dia pense que moriría de felicidad!
Vivimos muchas situaciones, viví la infidelidad una y otra vez, había dejado a mi familia, a mi país y pensé en rendirme... pero el amor hablaba más fuerte. Cada año que pasaba me sentía más sola y triste, no estaba tan segura si había valido la pena todo lo que luché por ese amor. Ocho año después de esa decisión y sin programarlo, ¡ESTABA EMBARAZADA!
El pánico me dominó y lo primero que pasó por mi cabeza fue: "¿qué hago ahora?" No estaba segura si tendría sentido un hijo dentro de una relación tan inestable. Lo enfrenté, le declaré a mi pareja -quien también shockeado- y me dijo que me brindaría su apoyo y seguimos esa etapa.

No me fue fácil: el apoyo solo quedó en la teoría, hubo días muy difíciles y tristes, pensé que no llegaría a soportar los 9 meses, cuando comencé a sentir a mi Michaella. Mi switch cambió automáticamente, se formó una cumplicidad entre las dos y desde esa etapa la soledad se hizo un lado y Michaella ocupó el espacio que dominaba. Mi hija me hacía sentir fuerte y completa, dispuesta a disfrutar la etapa del embarazo y comprometida a luchar por ella y con ella por toda la vida.
Un 15/05/2002 a las 20.05 llegaste tú y todo cambió. Vino a dar sentido a todo lo que viví, vino a convencerme que nunca se debe perder la esperanza y que ser feliz es un derecho y un deber. Ella me enseñó que el amor no se impone y no se condiciona. Pensé que lo que sentía por él era amor, pero estaba muy equivocada; era una ilusión.
Conocí al verdadero amor... CUANDO LLEGASTE TÚ.
Esta es la historia que Silvia Carlos Da Silva, de Chile, nos compartió en iMujer. ¡Tú también puedes enviarnos la tuya! Porque toda mujer tiene alguna experiencia para contar y compartir con otras mujeres, este es tu lugar para expresarte: comparte tus experiencias con nosotras en iMujer.

