Desde que soy madre he compartido contigo algunas de mis experiencias en De mamá a mamá, en ese tiempo me he dado cuenta que cuando una habla de sus hijos no tiene tabú alguno. Hablamos sobre cualquier cosa sin importarnos si nuestro interlocutor está comiendo, leyendo, mandando mensajes o incluso prestando atención.
Cosas desagradables que las mamás hablamos sin tabú


Para las mamás primerizas esa verborragia de cuentos y pormenores es aún mayor, a tal punto que muchas veces nos damos cuenta que salimos de casa para despejarnos un poco y terminamos hablando de nuestro hijo y contando detalles de lo más íntimos que generarían años de terapia en un adolescente cualquiera.
Desde el color y/o textura de los moquitos hasta el color y/o textura de las heces, incluso cuántas veces hay que cambiarle el pañal, si regurgita o no, la cera de las orejas, todo, absolutamente todo es material para cuentos o anécdotas cuya credibilidad parece discutible pero toda madre sabe que es verdad.
Y cuando nos juntamos con otras mamás con bebés o niños de edad similar que el nuestro... ¡puf! No hay límites para el umbral de “asquito” de nuestras conversaciones.
Por esa falta de umbral es que debemos ser cuidadosas y no convertir esos cuentos de pormenores en todo lo que contamos sobre nuestro bebé.

Cómo evitar esas “conversaciones incómodas” para los demás
Prestar atención al interlocutor
Compartirlo con otras mamás que estén en la misma sintonía que nosotras no tiene nada de malo, pero hay que prestar atención a quién nos escucha, puede que muchas veces no tengan el más mínimo interés es saber si nuestro hijo se despertó con o sin moquitos y se los tuvimos que aspirar o no.
No ser monotemáticas
Es casi imposible dejar pasar cosas que nos llaman tanto la atención, es increíble que un ser tan chquitito pueda armar tanto lío, pero debemos de tratar de no ser monotemáticas.
Si bien gran parte de nuestro tiempo lo insume el cambiar pañales y mantener medianamente limpio a nuestro bebé, nuestra conversación no debe girar solo en torno a estos temas, seguro que hay cosas más agradables que contar. Con el paso de los meses seguro que van a ir surgiendo cosas más interesantes de las cuales conversar.
A veces pienso, “que suerte que no retienen mucho en la memoria a esta edad, sino ¡que adolescencia le esperaba!”
Es increíble como podemos ser tan “ladys” en algunos aspectos y cuando se trata de temas que involucran a nuestros hijos perdemos todo indicio de pudor.
Supongo que es parte del aprendizaje, de ese desconocimiento absoluto que tenemos respecto a la crianza de nuestros hijos, lo que nos hace compartir experiencias y hablar sobre cualquier cosa en cualquier momento, incluso la hora del almuerzo.
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