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¿Comida para niños? No, solo paciencia y perseverancia

Las mamás nos angustiamos cuando nuestros hijos no comen, como si por perderse una comida o dar tres bocados fuera motivo de desnutrición automática.

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Es cierto que nacemos preparados solo para el dulcecito de la leche materna y mientras se forma “el paladar” los niños pasan por muchas etapas que van desde la total abstinencia, el rechazo o la fijación con uno o pocos alimentos.

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Según los expertos los niños experimentan el mundo a través de los sabores y a medida que sus cuerpos se van desarrollando, igual lo hacen sus sensores del sabor. El sabor es un sentido parcialmente determinado por los receptores del gusto, pero también influenciado por el aroma, la apariencia e incluso experiencias previas con la comida que le queremos dar o con un alimento similar. 

Nuestro objetivo no debe ser que coman lo que les ponemos sino precisamente que eduquen esa boca para que aprendan a comer de todo, lo que no significa tampoco que todo les guste. Tanto el olor, como la apariencia y nuestras expectativas juegan un papel importante en la forma en la que percibimos el sabor de la comida, así que los niños que están probando un nuevo sabor por primera vez, seguramente se dejen guiar por sus sensores al igual que por sus otros sentidos como el visual, el olfativo y del gusto.

Ver también: Por qué no obligar a los niños a comer

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Por eso no creemos en “ una comida solo para niños”; no debe existir tal cosa, no solo porque no es práctico - y tiempo es lo que nos falta -sino también porque no tiene sentido aislar las comidas infantiles.

Lo que se prepara es lo que todos comen en la casa, y los niños, que lo prueben, dicen que una decena de veces para saber si algo gusta o no. Si quieres que tus chicos coman bien y lo que tienes en casa, incluye:

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Si una vez lo rechazan no pasa nada, una próxima vez lo intentamos de nuevo y así, hasta que ellos entiendan que eso que tienen en el plato es lo que hay.

Confundir nuestra angustia porque coman, aunque eso suponga más trabajo para nosotras, no solo no resuelve el problema sino que lleva a que los niños reduzcan su dieta y se acostumbren a una comida “confort”.

Sírveles la comida, no te angusties, si comen, bien, si no, ya lo harán cuando tengan hambre, pero eso sí, como muchas cosas en la vida, lo que cuenta es la paciencia y la perseverancia.