Por Damiana Miller*
Cita 1: Entre placebos, algoritmos y cirugías al corazón


Por Damiana Miller*
Cita 1: Entre placebos, algoritmos y cirugías al corazón
Cuando llegamos a su departamento yo ya sabía lo que iba a pasar, aunque por un momento qui se convencerme de lo contrario.
Su casa era la ideal para un aspirante a cirujano cardiovascular . Un edificio cuadrado, impersonal. Por fuera: puerta azul, paredes de concreto aplanado sin pintura, unos 15 pisos de los cuales tres eran de estacionamiento. Por dentro: barandales azules, dos elevadores, puertas color beige con cerraduras de alta seguridad. Una imagen común de la c olonia Nápoles, un barrio de clase media en la Ciudad de México.
Era la primera vez que lo veía en mi vida.
No lo conocí en un bar. No me lo presentaron amigos en común. No nos encontramos en la calle y me pidió el teléfono, ni intercambiamos miradas en el alto de un semáforo . A Adrián lo conocí en Tinder , y fue el primero de 23 chicos con los que salí en poco menos de un año. ¿Por qué no, digo, si hasta Leonardo di Caprio está obsesionado con Tinder?
“ No sé decirte cómo fue ”
—La primera pregunta que le hago a cualquier persona es : ¿ Q ué música escuchas? Con eso defino si me interesa entablar conversación con alguien . Así que, dime, ¿cuáles son tus cinco bandas favoritas? —escribió Adrián en un mensaje de WhatsApp.
—Arcade Fire, Björk, Black Keys, Artic Monkeys y Metronomy —contesté por inercia y con base en mis últimas reproducciones en Spotify.
Al parecer, eso fue suficiente para que quedáramos de vernos. Me citó en la estación Félix Cuevas , de l Metrobús . De ahí iríamos al Caradura, un bar de rock en la Condesa.
De camino al lugar de la ci ta, yo me escribía con otros galanes que encontré en Tinder. De pronto, un mensaje de Adrián.
—Se ponchó la llanta de mi coche.
—¿Te veo entonces allá o me voy a casa? —pregunté.
—Sí. Nos vemos allá.
Tenía hambre. Así que decidí ir por unos tacos de costilla cerca de Nuevo León e Insurgentes, donde desfilan prostitutas transgénero altas como garrochas y con las tetas de fuera. Luego me fui a casa.
“Ya llegué al bar”, escribió una hora después.
Entonces, s alí de casa y llegué al Car adura: 1.70 de estatura, unos 85 kilos, un poco de papada detrás de una barba. Gafas de pasta. Camiseta negra tapando una incipiente panza de dad bod. Físicamente me decepcionó un poco, pero como era nueva en Tinder, no le di mucha importancia. Como sea, lo que yo necesita ba en ese momento era olvidar a mi ex novio para sacar un clavo con otro.
Con versando, descubrimos que teníamos gustos similares. Luego de dos gin tonic y una cerveza, m e presentó con varios de sus amigos .
—Benditos algoritmos —le dije.
Minutos después n os besamos. La música era buena: éxitos de los noventa , Blur y algunas joyas de eurodance. Nos tomamos un par de fotos que aún cuelgan de mi muro de Facebook.
Terminamos yendo a su casa . En el departamento había sillones de piel artificial, detalles orientales y fotos del room ie y su madre japonesa.
La acción
Cuando entramos a su habitación , me llamó la atención que no tuviera cortinas. Miré el cielo y le di la espalda. Me tomó de la cintura y acercó su cuerpo al mío .
Ahí me di cuenta de que yo no había superado al ex novio y que además no tenía muchas ganas de tener sexo. Yo seguía distraída mirando el cielo y escuchando el pasar constante de los automóviles en Viaducto. No pasó nada.
Al otro día , su roomie japonés y su madre estaban en casa. Por suerte no tuve que cruzar palabras con ninguno de los dos.
Me llevó a mi casa. A gradecí en silencio no tener que hacer el walk of shame . Él iba a una marcha para que liberaran a unos médicos encarcelados por negligencia.
Nunca volvimos a vernos
Días después puso en Facebook que aún se sentía como Tom cuando todavía no superaba a Summer. P ersonajes de la película (500) Days of Summer , que trata de una relación fallida relación entre dos jóvenes que escuchaban a The Smiths y compra ba n muebles en IKEA .
Así aprendí la primera regla tinderiana: la gente que está ahí (casi) siempre viene de una ruptura amorosa previa .
Conocerlo fue una fallida cirugía al corazón. Un clavo pocas veces saca a otro.
Después de meses e n los que no tuvimos comunicación de ningún tipo, publicó en Facebook : “Los que marchan por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa son unos sin quehacer , mugrosos y nacos ” .
Le recordé que meses atrás él había acudido a una manifestación , indignado por una de tantas injusticias que ocurren en México .
Me borró de Facebook.
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*Damiana Miller. Como Carrie Bradshaw en la era de Tinder , pero región 4 y sin tacones Manolo Blahnik . Siempre ha creído que le pasan cosas como de película de Woody Allen, con música de los noventa de fondo.