De todas las mujeres que conocí en este mundo, no he conocido ninguna como tú.
Por qué mi madre me inspira a ser la mujer que soy hoy


Eres la mujer más brillante y generosa que conozco; y no lo digo porque sea tu hija, lo digo porque cualquiera lo nota. El brillo de tus ojos muestra la grandeza que hay en tu corazón y tu voz es el fiel reflejo de tu vida, de tu fortaleza y de ese grandioso poder que tienes de aliviar el corazón de quien lo necesite.
Me has enseñado todo lo que sé y me has inspirado a ser la mujer que soy hoy.
Ma, soy lo que soy gracias a ti. Tú eres quien ha movido montañas para que yo pueda crecer y eres quien me ha convencido de perseguir fervientemente todos mis sueños.
Tu fortaleza habla por sí sola
No has tenido una vida fácil, pero jamás te rendiste. Siempre que la vida puso un obstáculo en tu camino tú redoblaste la apuesta y caminaste hacia adelante.
Me enseñaste que un mal momento no es una mala vida y que cuando alguien quiere salir adelante lo hace sin importar qué tan difícil sea. Tu entereza me dio la fuerza que necesitaba para no caer cuando todo parecía desmoronarse. Y tus ganas de luchar me contagiaron a mí; es así que me convertí en una guerrera de esas que se levanta con más fuerza después de cada caída.
Tus errores nunca serán los míos

Una vez me dijiste que querías que fuera mejor que tú, que aprendiera de tus errores para no cometerlos y que aprendiera la lección sin tener que pasar por el sufrimiento de una caída.
Debo confesarte que tuve algunos tropezones que no pude evitar a pesar de tus advertencias, pero hubo otros que no me dejaron ningún rasguño.
Un día me hablaste de la independencia y me dijiste: «Perder la independencia es lo mismo que cortarle las alas a un pájaro. No podrá volar y si no lo hace, su esencia se perderá. Lo mismo te pasará si pierdes tu independencia» .
Me dijiste que debía ser algo más que una «mujer florero» y me repetiste hasta el cansancio que tener una profesión y mis propios sueños era fundamental para triunfar en esta vida.
Nunca me quisiste «Susanita»
Eres una madre ejemplar, siempre te dedicaste a nosotros y siempre te gustó ser mamá, pero nunca quisiste que mi único plan fuera ser mamá y formar una familia.
Sé que en el fondo deseas que te haga abuela, pero también sé que te regocijas al ver que recorro el mundo y hago las locuras propias de mi edad.
Siempre me quisiste emprendedora y aventurera, nunca sumisa ni devota. Me enseñaste a ser una mujer libre que hace de su vida lo que quiere y no lo que los demás esperan.
Mi amor por los animales es tuyo

Si hay algo que has llevado a casa han sido animales, de todos los tipos y tamaños, y a cada uno de ellos me enseñaste a amarlo y a respetarlo. Gracias a ti entendí que una mascota es una dulce responsabilidad.
Del amor me enseñaste todo
El amor incondicional que papá y tú mantienen me ha enseñado todo lo que está bien respecto al amor. Gracias a ustedes sé el tipo de amor que quiero y merezco.
Quiero un amor entero, con peleas y risas; un amor real, con fisuras pero cuyo corazón lata por mí. Quiero un amor que me deje ser libre, que me permita ser yo en mi máxima expresión y que nunca quiera cambiar algo de mí. Quiero un amor de locos, de esos aventureros que se avientan a la vida sin más y que siempre tienen una gran anécdota que contar. Pero sobre todo, quiero un amor eterno, como el de ustedes.
Si quisiera podría seguir toda la vida enumerando todas aquellas cosas de ti que me han inspirado a ser la mujer que soy.
Mamá: eres mi orgullo, mi eterno amor, mi mejor amiga y gran compañera. En mi corazón no hay espacio para todo el amor que me haces sentir. Gracias por enseñarme a vivir.
Te amo como siempre y para siempre, tu bebé.
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