Llorar por todo cuando estás en tus días: 10 historias que te matarán de risa

“Una vez, una de las perras de mi novio se durmió en el cuarto con nosotros y comenzó a lamer su patita de perro haciendo un ruido como "slak, slak, slak", entonces llegué a la conclusión de que no me dejaría dormir, y si lo lograba, iba a soñar con algo relacionado. Lloré un chingo y me enojé con el novio... que estaba dormido”. Violeta, 26 años.

“Después de formarme como 20 minutos en la cola del súper, abrieron dos cajas y todo mundo corrió a aperrarse menos yo, así que me puse a llorar”. Ana, 45 años.

“Estaba en casa de mi novio y no tenía idea de cuándo iba a llegar mi período porque la aplicación que uso para controlar esos días se había actualizado y borrado todos los datos. Me quedaría a dormir en su casa para ir juntos a hacer unas compras navideñas muy temprano al día siguiente. Como sentía cólicos, él muy amable fue a la tienda a comprarme toallitas para estar prevenidos. Volvió con la marca de toallas que me gusta usar, pero en versión "con alitas". Me puse a llorar porque no me gustan con alitas y le conté la desgracia que debería soportar de tener las ingles posiblemente rozadas por su error. Intentó cambiarlas, pero en la tienda sólo tenían con alitas. Me compró un chocolate y me lo comí mientras lloraba a moco suelto quejándome de cómo tendría que tomarme la molestia de cortar las alitas con unas tijeras en el hipotético caso de que mi período llegara dentro de las próximas 24 hrs, maldiciendo a la "estúpida tecnología" por actualizar mi app de calendario menstrual y a la estúpida navidad”. Valeria, 28 años.

“Estaba acostada viendo el celular y la batería se estaba acabando, pero tenía mucha pereza de pararme a conectarlo porque quería seguir viendo (lo que sea que estuviera viendo, no lo recuerdo) en la comodidad de mi cama. Y así, sin más, la luz se fue, me sentí muy mal por no haberme parado antes y ahora no tenía Internet ni batería”. Karla, 25 años.

“Estaba intentando peinarme con un par de trenzas francesas, pero no me quedaban absolutamente simétricas. Las debí haber deshecho un par de veces y aún así no quedaron como quería. Me desesperé y perdí como una hora en eso, entonces lloré”. Karla, 32 años.

“Estaba esperando el camión, y cuando llegó corrí cañón para alcanzarlo. Aunque el chofer me vio, cuando llegué, me cerró la puerta en la cara. Lo odié con todo mi corazón y lloré en la parada, en dos minutos llegó el siguiente camión y ya se me pasó, hasta me morí de risa por haber llorado minutos antes”. Corina, 29 años.

“Una chica con la que compartía depa metió un tapete a lavar y me di cuenta hasta que usé la lavadora y saqué toda mi ropa con pelusas verde fosforescente. Lloré... y además me tardé tres semanas en quitarle las pelusas a la máquina”. María, 38 años.

“Una vez lloré con un episodio de la rosa de Guadalupe: el papá se quedaba sin trabajo y se ponía a vender tortas afuera de la escuela, su hijito estaba feliz de verle y su hija de la secundaria se avergonzaba y lo rechazaba”. Eugenia, 23 años.

“Me subí al camión, le pagué, le dije gracias y él no me respondió. Me fui a sentar hasta atrás con una lagrimita”. Sara, 29 años.

“Una vez lloré después de contarle a una amiga cómo se murió el doctor Sheperd en Grey's Amatomy: ya se había reconciliado con Grey e iba a Washington sólo a dejar unas cosas en orden y hubo un choque donde OBVIO ayudó a todos los heridos, cuando iba a seguir su camino ¡puuum!, un trailer lo chocó. En el hospital al que lo llevaron no había mucho equipo cool (ni doctores chidos porque era como un pueblo) y murió. Grey llega a desconectarlo”. Ana, 26 años.