Google homenajea a la mujer que revolucionó la literatura brasileña: 8 frases para bucear dentro de ti
Del mismo modo que Julio Cortázar nació accidentalmente en Bélgica, Clarice Lispector lo hizo en Chechelnik, Ucrania, en el trayecto que su familia, de religión judía, hizo desde Rusia hacia Brasil huyendo de la persecución. Pero del mismo modo que Cortázar fue argentino en todos los aspectos, Clarice fue brasilera. Su lengua materna fue el portugués y conoció el mundo a través de la tropical Recife, en el nordeste brasileño.
Por más paradójico que parezca, Lispector, una de las escritoras más conocidas de la literatura brasileña, confiesa en una entrevista que no se considera una escritora profesional. Ella es una amateur ( amadora, en portugués) y quiere seguir siéndolo: no escribir porque tiene que hacerlo, sino porque lo desea. Tampoco se identifica como escritora. Más bien es una persona que escribe.
Felicidad clandestina
La enfermedad y posterior muerte prematura de su madre marcaron su infancia, como podemos ver en algunas de sus obras: una niñez triste, pobre, despojada de los placeres que para algunos niños vienen como algo dado. Cuando era adolescente la familia se mudó a Río de Janeiro, por ese entonces capital del país. Allí, Clarice estudiaría Derecho y empezaría a publicar sus primeras historias en diarios y revistas, para los que también escribía crónicas y artículos para el público femenino.
También en la universidad conoció a su marido, Maury Gurgel Valente, un diplomático. La unión la llevó a vivir en Italia, Estados Unidos, y a viajar por el mundo. Juntos tuvieron dos hijos, Pedro y Paulo, pero en 1959 los constantes viajes del esposo y el deseo de Clarice de criar a sus hijos en un solo lugar llevarían a la separación del matrimonio.
Cerca del corazón salvaje
Clarice se destacó como periodista y traductora (hasta llegó a dedicarse a la pintura), aunque lo que más trasciende hoy por hoy es su labor como escritora. Lo inusitado de sus obras hizo que muchos dijeran que sus novelas se inspiraban en el « fluir de la consciencia» del modernismo inglés, con exponentes como Virginia Woolf o James Joyce. La autora, sin embargo, desmintió esas influencias y afirmó no haber leído a los escritores (aunque lo haría más adelante).
Es que la prosa de Clarice nos lleva en un flujo hacia sí misma, con personajes que por lo general viven momentos de epifanía o toma de consciencia, en una escritura plagada de metáforas enigmáticas. Es por esto último que algunos la tacharon de ser una escritora hermética, indescifrable, aunque para otros el mensaje estaba muy claro. En gran medida depende del camino elegido: la razón o la emoción.
No tengo por qué recomendarte un libro para empezar. Ninguno tiene desperdicio. Y si todavía no saliste corriendo a la librería, te dejamos algunas de sus frases más famosas para que no te queden dudas.
Frases de Clarice Lispector
La hora de la estrella
La pasión según G.H.
Agua viva
Agua viva
Lazos de familia
Un soplo de vida
Cerca del corazón salvaje
Cerca del corazón salvaje
Las traducciones de las frases son de la autora de este artículo.