Por Franco Marinto
“Verte y no reconocerte, descubrir que tu imagen está en manos de personas que tienen un sentido de la belleza absolutamente irreal". Así habla la actriz española Inma Cuesta sobre el excesivo retoque fotográfico que le aplicaron para la portada de la revista dominical del diario El Periódico, a través de su cuenta de Instagram. "Imagino que era necesario resaltar el azul cobalto del vestido, quitar algunos pliegues del mismo y subir los niveles de luz para hacer brillar más mi piel, pero no entiendo la necesidad de retocar mi cuerpo hasta dejarme casi en la mitad de lo que soy, alisar mi piel y alargar mi cuello hasta convertirme casi en una muñeca sin expresión. No es la primera vez que pasa, pero esto sobrepasa los límites de la realidad y me avergüenza”.
Enric Hernández, director de la publicación, se disculpó con Inma explicando que el diario "no vio las fotos originales, sólo las retocadas". Sin embargo, Inma no es la primera que convoca a la reflexión sobre los cánones de belleza que la industria de la moda y varios medios han impuesto. Apenas unos días atrás, usuarios de Facebook, fans de la marca californiana Victoria's Secret, estalla ron en cólera cuando la empresa misma promovió un anuncio en el que, en el excesivo uso del retoque, borraron completo el glúteo a una modelo.
Convocatoria a la indignación






