Somos fanáticas de las historias inspiradoras y tenemos particular devoción por las de las personas que dejaron todo para entregarse a sus sueños. Muchas veces ya no estamos conformes con la vida que llevamos, pero nos sentimos atrapadas. Estamos en la cornisa y no sabemos si tirarnos o no, tenemos miedo de dar el salto que necesitamos para ser felices, pero el miedo nos paraliza: ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Y si no me va bien? ¿Si esta vida no es para mí? Así estoy cómoda, ¿Para qué voy a cambiar?
¡La vida es corta, cumplí tus sueños! Esta historia te dará ganas de intentarlo

La historia de Lucía no es una más: ella saltó. Sin mirar hacia atrás abandonó su puesto como arquitecta en un banco y se animó a ir tras su sueño: ser tatuadora. Poné en mute a tus miedos, el cambio sólo depende de vos. ¿Te vas a quedar quieta? Lucía no.
Adiós rutina. ¡Hola pasión!
La estabilidad económica fue el miedo más grande que tuvo que vencer a la hora de dar el salto y dejar su trabajo para adentrarse en el mundo de los tatuajes.
"No ganaba fortunas, pero tener un sueldo a fin de mes, cobertura médica y jubilación era una comodidad que me preocupaba perder. Así que a cada persona alentándome a cambiar de rumbo, yo le decía “¡¿y quién me paga el alquiler?!”
Al principio sólo era un hobby y tatuaba a sus familiares o amigos por placer, pero sus diseños empezaron a viralizarse en las redes sociales y cada vez recibía más pedidos de turnos y asesoramiento en el tema. Durante un tiempo, llevó los dos trabajos en paralelo, pero esto era agotador y no lograba dedicarle el 100% de su energía a ninguno de los dos. Hace menos de 2 meses decidió arriesgarse y renunció al banco para entregarse al mundo de la tinta.
"Un día en la oficina, mi jefe me llamó para revisar unos proyectos y mientras él me hablaba yo lo miraba un poco con la cabeza en otro lado, como que ya no estaba ahí. Después de la reunión decidí que ese mismo día le avisaría que me iba".
Su motor fue una charla con amigas. Una de ellas es una azafata que dejó su profesión de escritora para volar. " En un viaje que hizo a Argentina nos vimos y en este encuentro se fue obligándome a prometer que iba a dar el gran salto para la próxima vez que nos viéramos. ¡Y así fue!"

El mensaje de Lucía
Hoy Lucía es mucho más feliz. Extraña a sus compañeros de oficina, pero no lo vive con nostalgia, sino con alegría. Su mensaje es que los cambios son graduales y que un día te das cuenta de que hay que dar el salto.
" Las cosas van sucediendo solas si uno les pone entusiasmo y energía. Si no se animan a tirarse a la pileta al toque, intenten haciendo las cosas de a poco, dando pequeños pasos. Eso es lo que yo hice, porque hay que pagar las cuentas, no es pavada. Si todo sale bien, un día el contexto te va a pedir que le dediques el 100% de tu tiempo a eso que querés hacer, y ahí no va a quedar otra que dar el gran salto".
Dar el salto es lo que te falta para alcanzar la meta y ser feliz. Lo demás se acomoda solo. ¡Animate vos también!
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