La muerte del hombre y el sacrificio del toro tiñen de sangre La Feria del Ángel en Teruel

España y el mundo se consternaban escuchando la trágica noticia de la muerte del torero Víctor Barrio el pasado sábado durante una corrida de toros en la ciudad de Teruel.

Según las fuentes, el tercer toro de la tarde asestó una cornada mortal al torero que le quitó la vida sin que el equipo médico pudiera hacer nada por ayudarle, a pesar de que se trasladó de inmediato a la enfermería. La tragedia ensombrece los festejos de la ciudad española, que han quedado suspendidos como señal de luto y respeto hacia el matador y su familiares.

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Pero tras la tragedia y el dolor provocado por la muerte de este y tantos otros toreros, así como de personas que corrieron en los encierros y sufrieron la misma suerte, surge una segunda muerte fría y provocada. Una antigua tradición absurda y escandalosa para muchos dictamina que ahora debe morir la vaca, madre del toro que mató al torero. Así que un doble sacrificio animal conciente y premeditado se llevará a cabo como si de un extraño ritual se tratara. Y es que en este acto se sacrificará al toro que mató al torero y también a su madre.

No han tardado en alzarse las voces en contra de los sacrificios. Las mismas voces que ya se han manifestado tantas veces en contra de la tauromaquia. Las mismas que ven inncesarias tantas muertes de hombres y de animales por una fiesta nacional que cada vez está perdiendo más los calificativos artísticos para mostrar la que muchos consideran ya que es su verdadera naturaleza: una barbarie cruel y brutal que le da la peor y más lenta muerte al toro y, por desgracia, también al hombre en demasiadas ocasiones.

Cada año en España se llevan a cabo unos 2.000 espectáculos taurinos que siguen despertando el debate más y más. Corridas y encierros cada vez más censurados por las asociaciones en pro de los derechos de los animales, así como por la conciencia social que va despertando.

Quizás en el futuro nuestros nietos miren atrás en la historia y se horroricen por ver cómo la sociedad aceptaba las muertes de toreros y toros en pro de la fiesta y la tradición, muertes sin duda inncecesarias en ambos casos.

Y quizás cuando la vaca sea sacrificada, tendrá al menos la suerte de morir rápido y no agonizando en el albero del ruedo, bajo el sol, con lanzas y banderillas atravesándole y ahogándose en su propia sangre mientras desfallece ante el acoso de un público que vitorea su muerte desde sus cómodos asientos.

Nuestro apoyo y más sentido pésame a los familiares y amigos de Víctor Barrio.

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