En China existe un lenguaje que solo las mujeres entienden

En el mundo existen miles de idiomas que son reflejo de la cultura y la cosmovisión de quienes los hablan. Cada lenguaje es una muestra de la manera en que sus hablantes perciben el mundo que les rodea e incluso a ellos mismos. Además, las lenguas no permanecen quietas, evolucionan y se adaptan a los cambios de sus hablantes.

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Un ejemplo de esto es el nu-shu, una lengua originaria del condado de Jiang-Yong en la provincia de Hunán, en China, y cuyo nombre significa «escritura de mujeres», ya que los hombres no pueden comprenderla ni aprenderla.

Pero el nu-shu no fue creado por casualidad o mero capricho. Como mencionamos antes, obedece a una necesidad cultural, en este caso la comunicación entre mujeres. Se trata de una lengua secreta, similar a los códigos que les servían a los prisioneros de guerra para intercambiar mensajes sin que sus captores se dieran cuenta. El nu-shu es resultado de una sociedad china dominada por los hombres.  

Si bien se estima que el nu-shu existe desde el siglo III, fue descubierto hasta 1983 debido al gran secretismo que siempre lo ha rodeado. De haberse conocido antes, probablemente habría sido prohibido entre las mujeres.

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¿Todas las mujeres aprendían nu-shu?

Durante los años 1200, en la región sur de China estaba muy arraigada la costumbre llamada ‘pies de loto’. Esta consiste en vendar ajustadamente los pies de las mujeres cuando aún son niñas, de tal suerte que se evita su crecimiento y los pies se conservan con un tamaño muy pequeño.

Ese vendaje y las breves dimensiones de los pies, impedían que las mujeres caminaran con normalidad, por lo que eran confinadas al segundo piso de la casa, sin la posibilidad de salir a la calle o acudir a la escuela. Así, el nu-shu nació para evitar que estas mujeres vivieran en el analfabetismo y aisladas de la sociedad.

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Por supuesto, el aprendizaje del nu-shu no se limitaba a las mujeres con pies vendados. Las normas sociales de la época indicaban que las féminas debían permanecer en su casa el mayor tiempo posible y salir sólo cuando fuera indispensable, sobre todo mientras estaban solteras y vivían en casa de sus padres. Luego de contraer matrimonio, se mudaban a casa del novio y tres días después de la boda recibían un importante obsequio: El libro del tercer día.

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Escribir para no llorar

El libro antes mencionada estaba confeccionado con tela y en él escribían la madre de la novia, sus hermanas, primas, tías, abuelas y las mujeres más cercanas a ella. Valiéndose del nu-shu, ellas utilizaban las primeras páginas del libro para expresarle cuánto lamentaban perderla, así como sus mejores deseos para que fuera feliz en su nueva vida.

También se incluían algunas páginas de tela en blanco para que la recién casada expresara sus propios pensamientos e ideas, relatando sus nuevas experiencias y cómo se sentía al respecto. Podía hacerlo de manera libre y abierta, gracias a que este ‘diario de vida’ estaba escrito en nu-shu y su marido no podía leerlo.

En algunas ocasiones, las mujeres bordaban palabras y frases en pañuelos o abanicos. Como la caligrafía del nu-shu es más delicada que la del idioma tradicional, se confundía con el decorado de las prendas y no llamaba la atención de los hombres. Sólo las mujeres, guardianas de esta sabiduría, podían comprender el mensaje.

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No sólo escrito, también hablado y cantado

Si bien el mayor uso del nu-shu era de forma escrita, también se empleaba para cantar entre ellas y realizar juramentos de amistad y lealtad entre mujeres. Por eso era muy importante que se transmitiera de madres a hijas, de tías a sobrinas y entre amigas. Además, quedaba estrictamente prohibido compartir ese aprendizaje con algún hombre, sin importar que se tratara de su padre o esposo.

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Para optimizar su aprendizaje, la «escritura de mujeres» es fonética y consta de cerca de mil caracteres, cada uno representa una sílaba. Esto lo hace un poco más sencillo que el chino tradicional, el cual es logográfico, es decir que cada carácter es la representación de una palabra o de una parte de la palabra, por lo cual es un lenguaje muy extenso y complejo.

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