“El nombre de la ciudad de Des Moines está grabado en mi cabeza”, pronunció Ozzy Osbourne en noviembre de 2001 cuando por fin regresaba al Veterans Memorial Auditorium en Iowa, Estados Unidos. Ciertamente, lo que ocurrió en su primera presentación también quedó grabado no solo en la mente del público asistente, sino en quienquiera que se haya enterado lo que pasó esa noche de 20 de enero en 1982: Ozzy le arranca la cabeza a un murciélago en pleno concierto. No queda duda, es un satánico.
Conoce la historia del murciélago que marcó la vida de Ozzy Osbourne

Pues sí, ese fue el veredicto de los detractores del rockero, quienes no veían con buenos ojos al Príncipe de las Tinieblas desde que sus notas de metal llegaron a Black Sabbath. Sus excesos con las drogas provocaron su expulsión de la banda y Shannon, su nueva esposa, buscaba revitalizar la carrera del músico, ahora en solitario.
Y sí, Ozzy ganaba portadas y fans, aunque no por las razones correctas. Si bien la mayoría de los medios reconocía el talento del artista tampoco callaban su indiscutible adicción a los narcóticos, así como aquel episodio con las palomas; e l inicio de la locura Osbourne.
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Antes del murciélago

Ozzy ya había acaparado titulares un año antes por una controversial reunión con los ejecutivos de CBS Records. El músico planeaba terminar su aparición soltando a tres palomas (vivas, claro) al aire; un momento espectacular que se convirtió en un desastre cuando Ozzy decidió aparecer ebrio al encuentro y no dudó en discutir con una empleada de relaciones públicas de la empresa.
Mick Wall, publicista de Black Sabbath, recoge el hecho en un libro homónimo, asegurando que Ozzy le dijo: “Me saqué una de esas palomas y le arranqué la cabeza de un mordisco solo para callarla. Luego lo hice otra vez con la próxima paloma, escupiendo la cabeza en la mesa… Fue allí cuando me echaron”.
El adolescente ingenuo
Mark Neal fue el autor material de la locura de sus amigos. Tenía 17 años cuando todo ocurrió. El joven planeaba acudir al concierto de Ozzy y sus amigos lo instaron en llamar la atención del músico. ¿Cómo? Con la fallida mascota de su hermano.
Dos semanas antes, el hermano menor de Neal llevó el murciélago a casa. Lo trajo de la escuela, vivo y aleteando, pero, lógicamente, no duró mucho con vida. Conscientes de la reputación “carnívora” del músico, los amigos de Neal le dijeron que llevara el cadáver a la presentación, que lo sellara en una bolsa y lo ocultara en su chaqueta. En el momento preciso, debía lanzarlo al escenario. Y lo hizo.

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Asentando la leyenda

En el concierto, Ozzy promocionaba su segundo álbum en solitario: Diary of a Madman (1981). En plena presentación, el infame cadáver de murciélago le cayó en los pies. Parecía relucir entre las luces brillantes y creyendo que era de hule, el músico lo tomó entre sus manos y le arrancó la cabeza con los dientes para que los fans estallaran en emoción. Las cosas no salieron como esperaba.
“Inmediatamente, sin embargo, algo se sintió mal. Muy mal. Para empezar, mi boca estaba instantáneamente llena de este líquido caliente, pegajoso, con el peor regusto que te puedas imaginar. Podía sentir que manchaba mis dientes y corría por mi barbilla. Entonces la cabeza en mi boca se crispó. ‘Oh, jódanme’, pensé. No me digan que me acabo de comer un jodido murciélago”.
Así Ozzy recoge el incidente en I Am Ozzy, su libro de memorias lanzado en 2009. También recuerda con disgusto la cantidad de inyecciones que recibió en el hospital al que acudió de inmediato para protegerse de la rabia.

El lugar estalló en llamadas. Pam Culver, la supervisora de enfermeras lo rememora muy bien, pues recibió muchas de ellas. Los medios de Estados Unidos, Canadá e Inglaterra querían conocer el estado del cantante, las consecuencias de la atrocidad, si le había dolido y cuántas inyecciones recibió.
La sociedad más antirock de la época, usó el hecho como bandera para acabar con Ozzy. El auditorio donde ocurrió el hecho tuvo que prohibir a los presentadores usar animales vivos sin consentimiento de lugar. El pobre Neal quedó atrapado del miedo, pensando que su acto tendría otras consecuencias.
Peor el hecho también sirvió para asentar el estatus de leyenda de Ozzy. Rolling Stone lo ubicó en el segundo lugar de sus Mitos Más Salvajes del Rock y los comentarios han sobrevivido al Ozzfest y el programa de realidad protagonizado por la familia del rockero.
Él sabe que el incidente siempre le perseguirá y que aquel murciélago será centro de preguntas donde quiera que vaya. Qué cuál era su sabor o por qué lo mordió son cuestionamiento que ha respondido sin parar.







