Con The World's End , el trío conformado por los actores Simon Pegg, Nick Frost y el director Edgar Wright completa la denominada "trilogía del Cornetto". Una saga que responde a una necesidad conceptual más que una argumental. Son diferentes historias con diferentes personajes, pero películas de género atravesadas por el mismo humor generacional.
The World's End, de Edgar Wright [Crítica]

Shaun of the Dead exploró la debacle zombie, Hot Fuzz parodió las buddy movies policiales y finalmente con The World's End le tocó el turno a la ciencia ficción invasora de cuerpos. Y siempre con un helado Cornetto (de distintos sabores) apareciendo en algunas de las escenas de cada película.
En busca del tiempo perdido
The World's End comienza con Gary King y su banda de amigos en los últimos días de la escuela. Como último grito de irresponsabilidad y rebeldía antes de ingresar al mundo adulto, los adolescentes se proponen completar "la milla de oro", beber una pinta en cada uno de los 12 bares ubicados a la largo de Newton Haven, localidad de la campiña inglesa, famosa por tener la primera rotonda de las islas.
Lamentablemente la aventura queda trunca, y King ni ninguno de sus amigos logran llegar enteros hasta el último pub, The World's End (El fin del mundo). Veinte años después, Gary ( Simon Pegg) vive un presente amargo. No completar la travesía lo dejó atrapado en esa etapa de su vida; usa la misma ropa, el mismo auto y no trabaja. Pero lo que le duele es haberse alejado de sus amigos.
Por eso decide volver juntar al grupo para completar la famosa "milla de oro". Tarea nada fácil, pues cada uno siguió su vida adulta (con sus pros y sus contras). El más reticente a todo esto es Andy Knightley ( Nick Frost), su ex mejor amigo, hoy un exitoso abogado abstemio.

De vuelta a casa
Abusando de mentiras y extorsiones emocionales, Gary logra convencerlos y los amigos se vuelven a juntar para una última borrachera fraternal. Pero todo resulta bastante distinto a lo planeado.
Mediando el metraje, la ciencia ficción irrumpe en el relato. Remitiendo al clásico Invasion of the Body Snatchers (Don Siegel, 1956), el poblado de Newton Haven y sus visitantes se verán involucrados en una compleja trama de dominación mundial extraterrestre. Pero el gran triunfo del guión, es que los amigos deberán cumplir con su objetivo de completar "la milla de oro" si quieren seguir con vida.
Tal vez esta sea la película con menos humor de todas las del clan Cornetto. Hay cientos de gags, muy británicos y muy efectivos, pero el perfil humano de los personajes gana peso específico. Si bien se exploran los dilemas que sufre cualquier persona que pasó los 30 años en el siglo XXI (el distanciamiento de los amigos, las responsabilidades, la familia, las segundas oportunidades), el gran tema es la libertad del individuo con todas sus consecuencias.

No hace falta que unos alienígenas traten de estandarizar a la raza humana con robots. La propia sociedad de consumo, son sus Starbucks que borran cualquier rastro de identidad y el capitalismo mecánico, donde cada uno tiene que ser un engranaje aceitado sino quiere quedar marginado (como Gary), está logrando que nadie logre ser lo que cada uno quiere, sino lo que los otros le ordenan que deben ser.
The World's End es un broche de oro para un conjunto de artistas que se preocupó por hacer buen cine, donde se nota cómo fueron creciendo a lo largo de los años. Pegg y Frost son enormes actores que rinden en cualquier registro y Wrigth diseña secuencias de acción que haría morir de envidia a Zack Snyder. Por eso no hay que dejar de mirar la última gran entrega del Cornetto y, por qué no, revisar las dos anteriores.









