Roar, la película con el rodaje más peligroso y sangriento de la historia

Muchos mitos e historias se han tejido en torno a diferentes películas y su proceso de filmación, incluyendo algunos que sostienen la maldición de los actores o de todos los involucrados y otras historias más comprobables como muertes en pleno rodaje debido a accidentes y fallas de seguridad.

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Pero probablemente ninguna historia supere la de Roar, una película de 1981 que pasó desapercibida en su momento pero que lentamente se fue convirtiendo en objeto de culto y de admiración, sobre todo por la hazaña que significó su realización y por la osadía de los responsables. 

Cine y activismo

La película fue dirigida por Noel Marshall, un hombre que había sido manager en Hollywood durante la década de los 60 y productor de El Exorcista en 1973.

Marshall estaba casado con la actriz Tippi Hedren, más conocida por haber protagonizado el clásico de Alfred Hitchcock The Birds (1963). También era su mánager.

En cierto momento, durante los 70, Marshall y Hedren viajaron a África ya que ella estaba trabajando en una película que se rodaba allí.

Después de terminar el rodaje, la pareja se dedicó a hacer safaris y a visitar reservas naturales que mostraban cómo era la vida de los animales salvajes de África, y quedaron fascinados con la imagen de un grupo de leones que había tomado por asalto una casa abandonada.

Allí comenzó a gestarse la idea de filmar esta película, que le llevaría un total de 11 años terminar.

Marshall y Hedren se convirtieron en activistas por los derechos de los animales e intentaron generar consciencia sobre los problemas de cazar animales salvajes como leones, tigres y jaguares, o de mantenerlos en cautiverio.

Así que decidieron hacer una película al respecto y dedicar su vida a esta causa. Casi literalmente.

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La pareja se enteró de que los grandes felinos, animales como tigres y leones, son extremadamente territoriales y nunca se llevan con otros, excepto que hayan sido criados juntos. De modo que comenzaron a adoptar y criar leones en su hogar. Durante seis años, toda la familia compartió comida y lecho con una creciente manada de leones.

La familia estaba formada por Noel Marshall y sus tres hijos de otra pareja, y por Tippi Hedren y su hija de otro matrimonio, quien luego se convertiría en una exitosa actriz: Melanie Griffith.

Imagen Getty Images

Pronto, la familia poseía más de 100 leones-mascota, por lo que su mansión de Beverly Hills comenzó a quedar pequeña, y decidieron crear una reserva natural a 40 millas de Los Angeles, llamada Shambala.

Allí comenzaron a rodar su anhelada película.

Vida salvaje

Como nadie se animaba a actuar en una película que consistía en filmar leones y tigres reales, todo el elenco estaba formado por la familia. La pareja también estaba encargada de la producción.

Sin embargo, lograron sumar a bordo a un director de fotografía europeo, que recién comenzaba a trabajar profesionalmente y este era su primer trabajo en los Estados Unidos.

Se trataba del holandés Jan de Bont (más tarde también dirigió Speed).

Lo que siguió fueron los 5 años de rodaje más aterradores y peligrosos que se hayan observado en Hollywood.

Todos los involucrados sufrieron múltiples heridas por trabajar junto a tigres y leones, y hay documentados más de 70 ataques brutales por parte de los animales.

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Si bien nadie murió, varios estuvieron cerca. Jan de Bont recibió un zarpazo de un león en la cabeza que casi le arranca el cuero cabelludo. Debió recibir 220 puntos.

La actriz principal y esposa del director, sufrió fractura en una pierna y varias heridas profundas en la cabeza.

Melanie Griffith, quien en ese entonces era una joven actriz emergente, fue atacada por un león, tras lo que debió recibir 100 puntos en la herida y una cirugía reconstructiva.

El director y protagonista Noel Marshall fue herido en tantas oportunidades que eventualmente terminó hospitalizado con gangrena.

La pérdida de tiempo que generaban estas situaciones y las dificultades obvias al filmar, empezaron a costar demasiado dinero extra y la película se iba haciendo excesivamente costosa. Los inversores se retiraron y la pareja tuvo que invertir 5 millones de dólares de su propio bolsillo.

Dado que Marshall había sido productor de El exorcista, muchos comenzaron a creer que el director estaba bajo la famosa “maldición del exorcista”, leyenda inspirada en las numerosas desgracias y accidentes que sufrieron después los involucrados en el film.

A pesar de todos estos obstáculos, Marshall y Hedren persistieron en su intento de hacer la película, retomando la grabación después de cada ataque y después de curar las heridas, y reconstruyendo el set cada vez que era destrozado por un animal.

Finalmente, Roar se estrenó en 1981. El presupuesto total fue de 17 millones de dólares (más todas las heridas y experiencias cercanas a la muerte). En la taquilla recaudó nada más que $2 millones.

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Luego de muchos años y de que el rodaje de Roar se convirtiera en leyenda, la película fue reestrenada en 2015, con el siguiente anuncio en el tráiler para la ocasión.

«Ningún animal resultó herido en la realización de esta película. 70 humanos sí»

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