Se dice que cuando la audiencia vio a una Regan poseída por el demonio en The Exorcist huyó de las salas de cine. La gente haría lo mismo años después, en el estreno de The Blair Witch Project e, incluso, no se atreverían a ver cuando el montañista de 127 Hours se cortaba el brazo para salvar su vida.
¿Mito o verdad? Esta es la película sobre un tren que hacía huir a las personas de la sala de cine


El séptimo arte ha «echado» a la audiencia varias veces de la sala, pero fueron los Lumière los artífices de la primera estampida. ¿O no?
Según la historia, el par proyectó una película sobre un tren arribando a una estación. Al ver cómo se aproximaba, los presentes estallaron en pánico y corrieron por sus vidas.
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Una pequeña proyección

A finales de los años 1800, la población apenas conocía el kinetoscopio, un aparato que era capaz de mostrar imágenes cortas en movimiento, pero solo a un ojo. Auguste y Louis Lumière quisieron ir más allá: mostrar esas imágenes en una pantalla grande y para todos.
El 28 de diciembre de 1895 lo hicieron. Con un escueto cartel que decía «Cinematógrafo Lumière. Entrada 1 franco» se ubicaron en el Gran Café de París y mostraron 10 cortometrajes sencillos. La audiencia, de no más de 40 personas, quedó extasiada al ver cómo las imágenes en blanco y negro parecían cobrar vida en la oscuridad.
Pero la película en cuestión se estrenó días después, el 25 de enero de 1986. La llamaron L’Arrivée d’un Train en Gare de La Ciotat, un título simple que fue aun más sencillo en Estados Unidos, donde se conoció como The Arrival of the Mail Train o en el Reino Unido, donde se le llamó Train Pulling Into a Station.
La película realmente no tenía ninguna temática. Con menos de un minuto de duración, era una toma desde un solo ángulo en perspectiva que mostraba la llegada de un tren y los pasajeros bajando y subiendo de él.
¿Un truco de publicidad?
La noticia de la audiencia corriendo despavorida por temor a ser impactada por el tren corrió como pólvora, pero quienes se dedican a estudiar la historia del cine alegan que se trató de un mito.
Martin Loiperdinger es uno de ellos. El autor alemán describe el hecho como «el mito de la fundación del cine», pues asegura que no hay evidencia alguna de que haya ocurrido la estampida:
«No hay evidencia en absoluto sobre cualquier muchedumbre en pánico en París o en cualquier otro lugar durante la proyección de L’Arrivée d’un train à La Ciotat, tampoco hay reportes policiales o en la prensa […] La proyección de la película se hizo en un lugar pequeño (de cerca de 7 pies) y la calidad de la película no solo carecía de color, sino que también estaba granulada. La imagen parpadeó notablemente y, claro, no había sonido. En otras palabras, no hay forma alguna de que alguien confundiera la película con la realidad».

Ray Zone, otro historiador, es un un poco más permisivo al respecto. Aunque no cree que se haya armado un pandemonio en la proyección, sí piensa que la película generó algo de miedo en la audiencia. Después de todo, dos meses antes una locomotora andando se estrelló en una estación de París.
Hay quienes alegan que la «noticia» fue un truco de publicidad, el primero en toda la historia del cine. Y si así fue, funcionó, pues pronto la sala quedó pequeña para la cantidad de gente que quería ver la película del tren. Además, sirvió para mostrar lo que podía ser el cine y cómo podía utilizarse para el entorno político y social.
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Pero no era una película…

En el sitio web IMDb, la película se ubica en la categoría de documentales, algo lógico para los hacedores de cine, quienes consideran que realmente no es una película. Jean-Luc Godard fue uno de ellos.
«La película es el tren, no la estación», dijo, para explicar que solo pasa a ser cine si hay una historia e imaginación en ella. Aun así, los Lumiére dirigieron a los extras para que entraran y salieran del tren, así que aún hay mucha diatriba al respecto.
Sea cual sea la verdad, lo verdaderamente cierto es que la proyección abrió las puertas para el cine como lo conocemos hoy en día. Así que, gracias, hermanos Lumiére. Gracias a ustedes, nuestros sentimientos se pelean mientras comemos unas buenas palomitas.
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