El final de la temporada 2 de True Detective fue todo lo malo que podía ser [Reseña 2x08: "Omega State"]

El final del episodio 6 y casi todo el episodio 7 de la temporada 2 de True Detective tuvieron un salto de calidad y fueron bastante entretenidos, haciéndonos pensar tal vez que al final la serie podría redimirse de todo lo que había hecho anteriormente.

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Lamentablemente, estos no fueron más que la excepción a la regla que marcó toda la temporada, que tuvo una historia innecesariamente confusa, dispersa, aburrida y pretenciosa. Una historia que intentó poner las apuestas mucho más altas de lo que en realidad podía asumir.

Este episodio final, de una hora y media de duración, tuvo algunos buenos momentos, algunos destellos de “algo como esto podría haber sido interesante”, y sobre todo un desarrollo bastante directo y sin vueltas, pero en definitiva no fue más que un desenlace obvio y frustrante, que dejó en evidencia todas las fallas que tuvo la temporada.

(Spoilers de la temporada 2 de True Detective)

Una temporada para el olvido

La trama general, puesta en perspectiva, es bastante sencilla y hasta un poco tonta (el asesino es un personaje que ni conocíamos y había aparecido, literalmente, en una sola escena en toda la temporada, y mencionado en un par de oportunidades).

La forma que Pizzolatto (creador de la serie y guionista de los 8 episodios) eligió para narrarla es el equivalente a los que escriben con palabras difíciles para parecer más sofisticados. De hecho, si alguien nunca vio la segunda temporada y mirara únicamente este episodio final, no se perdería de nada esencial ni relevante. Así de simple es la trama y así de redundante fue verla durante ocho episodios.

El manejo de la información que se nos iba dando a conocer en cada episodio estuvo casi siempre destinado a confundirnos, a llevarnos por pistas falsas, a omitir detalles importantes o simplemente a llenar minutos, todo lo cual no sería un pecado si la narrativa estuviera sostenida por un cierto clima que despierte genuino misterio y por personajes interesantes, menos superficiales, con quienes podríamos sentirnos identificados.

Imagen HBO

Aquí los personajes no son más que simples piezas en el rompecabezas de la trama, que carecen de personalidad y que se definen por uno o dos rasgos sobre los que se insiste incansablemente: Ani y su padre hippie; Ray y el violador de su esposa y la duda sobre la verdadera paternidad de su hijo; Frank, también con un trauma cortesía de su padre abusivo, y el no poder tener sus hijos propios; Woodrugh y su homosexualidad oculta.

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Que los guiones de Pizzolatto carecen de sutileza no es ninguna novedad. Casi siempre la escritura, la certeza de que todo lo que estamos viendo y escuchando está escrito en un papel y está siendo actuado, nos invade y nos distrae de la historia, todo resulta un evidente artificio, por lo que cuando las cosas no funcionan, todo se ve mucho más claramente. 

En la primera temporada de True Detective esto ya era notorio, pero funcionaba porque la trama era más contenida y enfocada, y porque teníamos dos protagonistas en lugar de cuatro, interpretados por dos actores que tenían una gran química entre ellos (y la fórmula buddy cop funciona casi sola).

En este episodio final, estos aspectos adquieren ribetes absurdos y uno casi no puede llegar a creer que Pizzolatto de verdad haya escrito algunas de estas escenas.

El episodio final y los clichés narrativos

El episodio comienza con dos secuencias que parecen salidas de una parodia de True Detective.

Ray y Ani hablan después de tener sexo y se cuentan sus dramas más oscuros y traumáticos, en un montaje que los va mostrando en diversas situaciones y con una música que pretende profundizar el sentimiento de depresión y tristeza. 

Imagen HBO

Después, Frank y Jordan discuten, porque Frank quiere poner a Jordan a salvo y Jordan prefiere no abandonar a su esposo. Una escena que dura el doble o el triple de lo que debería haber durado, únicamente para recalcar en un par de oportunidades que se volverán a ver en un par de semanas (o menos).

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En el manual del drama policial debe estar escrito en la primera página que si una pareja promete reencontrarse en un futuro, uno de ellos no logrará llegar. Pues Frank no lo logra.

¿Por qué no lo logra? Por la aparición de unos mexicanos completamente irrelevantes en la trama, a quienes prácticamente ni conocíamos, que terminan por truncar el final feliz inminente de Frank dejándolo herido y abandonado en el desierto. 

Imagen HBO

Otra del manual básico de guionistas de ficciones policiales: un detective va a retirarse para olvidarse de las preocupaciones, los peligros y las tensiones de una vida vinculada al mundo del crimen. Pero en último momento, la tragedia sobreviene. Justo cuando estaba a punto de salirse.

Ray tiene incluso un enorme bolso con millones para retirarse tranquilamente en Venezuela. 

Pero antes decide despedirse de su hijo. Tras un solemne saludo militar (!), y tras comprobar que el niño lo quiere mucho porque ha llevado a la escuela la placa encuadrada del abuelo que él mismo le regaló (!!), ahora sí puede retirarse en paz.

Salvo que Burris, quien decidió que sería buena idea vigilar el patio de la escuela del hijo de Ray, lo encuentra. 

Ray decide resignarse inmediatamente, no porque sea la decisión más lógica, sino porque se está terminando la temporada, y entonces huye a un bosque alejado, donde los hombres de Burris puedan matarlo más tranquilamente.

Además, en ese lugar no hay señal, y el mensaje diciéndole al hijo todo lo que lo quiere no llega a destino.

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En esa toma en que vemos que el mensaje no pudo ser grabado, casi que se puede ver al guionista frotando sus manos y sonriendo de manera maquiavélica, exclamando “Oh, sí, esto será triste, muy triste”.

Imagen HBO

Para el final, cuando ya Ray y Frank están muertos, queda el epílogo, que nos muestra a Ani y Jordan a salvo (como si a alguien le preocupara el destino de Jordan), mientras que Ani le entrega todas las pruebas a un periodista para que el mundo conozca la verdad, algo que no llegamos a ver.

Además, nos enteramos de que Ray es realmente el padre de Chad (en un 99,9%), a pesar de que la serie pasó 8 episodios tratando de establecer que no lo era, y que además Ani tuvo el segundo hijo de Ray.

Probablemente el final, con ese tono abierto al futuro, con la nueva generación de Velcoro asegurada, sea una profunda metáfora sobre la vida, la muerte y el legado personal. Una metáfora cuyo significado nunca llegamos a desentrañar. Ni nos interesa.