Mucho se ha escrito y comparado la Robocop modelo 2014, con el clásico dirigido por el holandés Paul Verhoven en 1987. Una vez vista la película, es un ejercicio algo fútil comparar ambas versiones en el análisis, ya que decididamente la original es una obra mayor de la cinematografía de entretenimiento y la cultura pop, mientras que la remake tiene elementos interesantes pero que no sobrevivirá al correr de los años (ni siquiera meses).
[Crítica] Robocop, de José Padhilla

Robocop cuenta cómo el oficial Alex Murphy ( Joel Kinnaman) sufre un atentado y su cuerpo es utilizado como prototipo por parte de una multinacional como conejillo de indias para sembrar drones en las calles de Estados Unidos en nombre de la seguridad, y de paso ganar varios millones de dólares.
The Novak Element
La película abre con una interesante escena donde los drones mantienen la paz en Teherán en nombre de Estados Unidos a fuerza de violentos controles civiles en la población silenciosamente aterrorizada. También se muestra a un grupo de ¿terroristas?, ¿rebeldes?, ¿fanáticos religiosos? (nunca se explica), dispuestos a inmolarse contra los robots, aprovechando que hay un equipo de televisión en el lugar, pero nunca aclaran cual es el "mensaje" que quieren dar. Y no es lo mismo la motivación de un terrorista que de un rebelde, más cuando se le quiere dar cierta relevancia a lo socio-político.

Esto es oro en polvo para Pat Novak ( Samuel L. Jackson), un presentador televisivo reaccionario pro robot que aprovecha la situación para exigir que las calles de Estados Unidos estén bajo el control de estos seres. Algo extraño, teniendo en cuenta el desastre que se acaba de ver.
Se podría sospechar que en un futuro cercano Estados Unidos está cercado por la delincuencia y la violencia callejera. Sin embargo, cuando se muestra a Detroit se aprecia una ciudad bastante pujante, con barrios suburbanos y de calles luminosas. Una pena que se haya desaprovechado el contexto actual de la “Ciudad Motor”, sumida en la recesión para agregar algún elemento contemporáneo. En este sentido, sí se extrañó la Robocop original.
Volviendo a Novak, es notable como se abusa de este personaje para cubrir los nudos argumentales que no se pudieron desarrollar correctamente. De hecho, Novak se encarga de abrir y cerrar la película. Pero sin dudas este ser caricaturesco es lo mejor de la película, sobre todo para aquellos que vivimos en sociedades fuertemente marcadas por los medios como generadores y degeneradores de opinión pública.

Una película desequilibrada
Más de la mitad del metraje de Robocop se usa para explicar la génesis del personaje. Algo inusual en el cine mainstream actual, sobre todo el de género. Pero luego se acelera la trama dejando varias cuestiones abiertas, usando el programa de Pat Novak para explicar lo que viene sucediendo en el contexto.
Y la línea argumental que más se diluye con este recurso es la del propio protagonista. Murphy tiene una esposa y un hijo muy afectados por lo que le sucedió, lo que sería el costado "humano" del largometraje, pero su confuso desarrollo lo terminan reduciendo a personajes de una sola nota, tan caricaturescos como Novak.

Pero la gran víctima de esta la desprolijidad del relato es el clímax. Una situación donde el espectador tendría que estar pendiendo de un hilo por el destino de su héroe, se torna en una escena más, donde inconscientemente se espera el epílogo más que la resolución. No por que falle la acción, sino que es una consecuencia natural del desequilibrio interno argumental que adolece Robocop.
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La ley de Murphy
Es interesante ver cómo el antagonismo planteado entre el poder político y el poder privado (encarnado por un eficiente Michael Keaton, mas cerca de Mark Zuckerberg que del saco y la corbata) terminan conviviendo cuando el status quo corre peligro.
Cuando Robocop empieza a investigar a los "peces gordos", los poderes dominantes se preocupan de que un policía demasiado eficiente ponga en peligro sus negocios, demostrando que en lo mas profundo los congresistas se terminan dando la mano con los fabricantes de armas.

Una denuncia positiva para una cinta que se podría sospechar de "derecha", pero que en su interior tiene cierta sensibilidad. Muy parecido a lo que sufre este Robocop 2014. En la escena más fuerte de la película, se muestra que por fuera el protagonista es una armadura de metal, eficiente y fría, pero que muy adentro aun hay pequeños rastros de humanidad.









