Basada en la novela gráfica francesa La Vie d'Adèle: Chapitres 1 & 2, de J ulie Maroh, Blue is the Warmest Colour ( La Vida de Adele para los países de habla hispana) se ha convertido en una de las grandes sorpresas del pasado 2013, recogiendo actualmente sus frutos en numerosas galas de premios (como su nominación al Globo de Oro como Mejor Película Extranjera), y cuyo pistoletazo de salida fue el pasado mayo tras ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes.
Crítica de Blue is the Warmest Colour

La historia de Adèle y Emma
Dirigida por el realizador tunecino-francés Abdellatif Kechiche, Blue is the Warmest Color (El Azul es el Color más Cálido ) narra la historia de Adèle ( Adèle Exarchopoulos), una joven estudiante de literatura de 15 años que aspira a convertirse en maestra. Adèle lleva una vida aparentemente normal, tiene un grupo de amigas, vuelve loca al chico guapo del instituto y su vida familiar es bastante notable. Tras este disfraz, los hechos la llevan a confesar en cierto momento que "le falta algo", una sensación palpable en su mirada, perdida, apática, desolada.
Tras una noche en un club de ambiente, conocerá a Emma ( Lea Seydoux), una estudiante de Bellas Artes mayor que ella y declarada abiertamente lesbiana. Culta e independiente, Emma atrae a Adèle a un mundo más abierto, desencadenando un torbellino de sexo, reivindicación y ante todo, amor, con todo lo que ello conlleva, incluida la opinión social, los celos y especialmente el placer.

La película, basada en una novela gráfica de Julie Maroh, se desvincula de su base editorial en la concepción amorosa, pues mientras Maroh percibe la duda y tortura como parte del amor, Kechiche añade la diferencia cultural como un factor que puede llegar a desequilibrar la pareja. Y es que la película esconde numerosos mensajes e interpretaciones para aquellos que la observen detenidamente, a pesar de su (algo excesiva) duración de tres horas.
La película es, por encima de todo, una historia sencilla y cruda, donde prima el disfrute del placer, el dolor y la duda en cada uno de sus fotogramas, si bien la interpretación de ambas actrices, desconocida Exarchopoulos, y Seydoux (estrella revelación del Inglourious Basterds de Tarantino), inundan la cinta de carisma y sentimiento, algo que también las llevó, junto a su director, a ganar el premio de interpretación conjunto en el Festival de Cannes, certamen donde priman las historias de amor desgarrado pero sin artificios, algo similar a los que ocurrió con In the Mood for Love de Wong Kar Wai en el año 2000.
Tras su éxito en Cannes, la película llega en un momento apropiado: las constantes huelgas en Francia a favor y en contra de los derechos LGBT o el encarcelamiento del grupo ruso Pussy Riot, cuya libertad de expresión a favor del movimiento homosexual fue condenada por Vladimir Putin a lo largo de 2013.

Cálida pero larga
(Spoilers)
Las bazas de BITWC son (como hemos comentado) sus dos actrices protagonistas y el paralelismo de crudeza y sencillez mediante un movimiento de cámara y una historia centrada especialmente en la relación de la pareja, aunque Adèle y su conflicto interior es el que prima desde el principio al final de la cinta, convirtiéndola en la absoluta protagonista.
La película podría ser dividida perfectamente en varias fases: duda, encuentro, ascenso y declive, cuatro actos perfectamente orquestados y en el que se tiene principal hincapié en la música y el baile como catalizadores del dolor y la alegría, mientras el sexo (explícito además), el amor, el ambiente natural (ese episodio en la playa o en un parque solitario) y la comida son concebidos como elementos placenteros. Por último, el plano laboral representa la diferencia de concepción de vida para ambas jóvenes.

Las emociones se sienten a flor de piel en cada momento, pudiendo crear un lazo de empatía con la joven Adèle, liberada gracias a Emma del entorno hostil que creemos ver cuando nos asaltan las dudas sexuales de la adolescencia. Asistimos al crecimiento y madurez de Adèle en cada llanto, baile y mirada, siendo testigos de una película cuya atmósfera, a pesar de su costumbrismo, nos atrae, haciéndonos formar parte de ese vasto mundo que compone el amor en la sociedad actual, y las causas que cada vez las vuelven más difíciles: la rutina, la diferencia cultural, una mayor independencia, el deseo de autorrealización personal, etc.
Sin embargo, hay un pero, y ese es la duración. Si bien cada tramo de la historia está completamente justificado, ciertas partes (sexo en casa de los padres de Adèle) resultan innecesarias, sumando metraje con la única intención de pretender penetrar hasta las entrañas de la historia. A las escenas innecesarias (si bien son escasas) se suman procesos demasiado detallados con otros más impulsivos (la infidelidad de Adèle) cuyas razones no quedan del todo desarrolladas en la película.
Por otra parte, el desenlace deja claro que nos encontramos tan sólo ante los dos primeros capítulos de la tira cómica.

Blue is the Warmest Colour nace para volver explícito el cine de carácter homosexual y explicar todos los vértices del amor, al mismo tiempo que en Francia se ha convertido en una discreta arma de expresión contra aquellos que intentan oprimir los derechos LGTV (cuya ley fue aprobada recientemente a favor del matrimonio homosexual). Un tour de force emocional e interpretativo, íntimo y no para todos los públicos, que nos hará añorar el amor y querer volver a aquellos años de verdadero cambio.
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