Todo aquel que alguna vez haya realizado una descarga desde internet de un archivo que contenía música o un capítulo de una serie, o una película, o cualquier otro tipo de archivo, sabe que generalmente estos archivos (cuando no se descargan mediante dispositivos P2P como Torrent o eMule, sino mediante descarga directa) vienen con la extensión .zip o .rar y que una vez descargados deben ser extraídos en una carpeta a elección dentro del ordenador. Estos archivos son archivos comprimidos y al extraerlos lo que hacemos es descomprimirlos.

Descargar programas gratuitos es mucho más sencillo que pagar una licencia o inclusive buscar versiones piratas de programas pagos.

Los ficheros comprimidos son la mejor opción para reducir el tamaño de los archivos y reunir varios de ellos antes de enviarlos por email o subirlos a la web. Aunque los formatos de compresión más populares son zip y rar, existen muchas extensiones más y también aplicaciones para trabajar con ellas.

A pesar de que en la actualidad tenemos la posibilidad de comprar discos de una capacidad muy importante y transmitir archivos a gran velocidad por Internet, la necesidad de comprimir archivos de todo tipo sigue teniendo un lugar muy importante dentro de nuestra vida digital.

Antes que nada: disculpas por la demora, con el fin de conseguir una respuesta definitiva a la serie de problemas que han plagado nuestros muy “costosos pisapapeles” me he tomado un tiempo para así asegurar la mayor calidad posible.