Cada vez que llega un guión a manos de un actor, este se enfrenta a la crucial pregunta: ¿este papel le viene bien a mi carrera? La mayoría prefiere quedarse en una zona de confort; quizá coquetear un poco con el riesgo, pero no demasiado. Un personaje podría destruirlo y lo sabe.

Muchos creen que el papel del héroe es el más importante de una película. No me malentiendan, lo es, pero lo verdaderamente necesario es que haya un antagonista bien desarrollado y debidamente interpretado, como fue el caso de Heath Ledger en The Dark Knight (2008).

Un Grammy separa a Jeremy Irons del EGOT, porque en casa ya brillan las estatuillas de los señores Oscar y Tony y sus amigos Emmy y Golden Globe.

Las películas basadas en videojuegos no han podido romper la maldición que las aqueja y que impide que, hasta el momento, haya una adaptación digna, una que traslade el universo y la narrativa de un videojuego a la pantalla de manera convincente y atrapante.

Si Ben Affleck se ponía triste al recibir la noticia de que la crítica no estaba siendo nada benevolente con Batman v Superman: Dawn of Justice, no quiero imaginar cómo se pondrá ahora que su fiel mayordomo y, en esta versión de Jeremy Irons socio de andanzas justicieras, se ha sumado a la lista de gente que tiene algunas críticas para hacerle a la película.

Desde su creación en 1939 y 1932, respectivamente, Batman y Superman son considerados los héroes más famosos de DC Comics y favoritos de los fanáticos de este universo.