La familia Gámez lleva más de 35 años viviendo en un cementerio de Guatemala. Allí han tenido hijos y nietos que juegan entre las tumbas. Ellos temen que la contaminación, los mosquitos y los entierros constantes en medio de la pandemia les cause graves enfermedades. No cuentan con los recursos económicos para mudarse a otra vivienda.
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