Josefina Ramírez cuenta que estaba sentada en la segunda fila de la iglesia, justo en frente del sacerdote, cuando escuchó un gran estruendo y vio que las losas del templo comenzaron a caer. De acuerdo con su relato, de inmediato abrazó a una niña y se refugió debajo de una de las sillas, lo cual evitó que el concreto la aplastara.
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