Durante su visita a Colombia en 2017, el papa Francisco sufrió un leve golpe en Cartagena que le dejó un ojo morado. Sin embargo, ni la herida ni el susto le borraron la sonrisa. Continuó su recorrido y fue una mujer del barrio San Francisco quien lo curó con cariño. Ocho años después, ella aún conserva la toalla con la que secó al papa.
Sigue aquí nuestra cobertura especial sobre la muerte del papa Francisco.