Este año, debido a las amenazas de violencia y el riesgo por la pandemia del coronavirus, el número de invitados a la ceremonia de inauguración presidencial es reducido. La ciudad, especialmente los alrededores del Capitolio, se encuentra con medidas de seguridad extremas y todos los asistentes al evento se tuvieron que hacer la prueba del covid-19 para poder participar.
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