Eduardo y Miguel Ángel son dos jóvenes mexicanos que requerían un trasplante de riñón, por lo que sus madres se ofrecieron para ser sus donadoras, pero ellas resultaron no ser compatibles con sus hijos. Sin embargo, gracias a la ayuda de médicos las familias lograron encontrarse y determinar que sí podían donar el órgano a través de una donación cruzada. Así pues, la mamá de Eduardo dio su riñón a Miguel Ángel y la familiar de este último lo entregó a Eduardo.
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