Estas alarmantes cifras han hecho que la capacidad hospitalaria sea prácticamente nula, al punto que muchos paramédicos que recogen a los enfermos terminan devolviéndolos a sus casas, ya que no encuentran ningún centro médico que pueda recibirlos. Por otro lado, quienes están a cargo de cremar los cuerpos de fallecidos por coronavirus no están dando abasto y, por ello, tardan hasta un mes en entregar las cenizas de los difuntos.
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