Siguiendo el consejo de un coyote, Glenda Reyes decidió enviar solos a sus hijos de 10, 11 y 15 años hacia EEUU confiando en que las autoridades “no deportan a menores solos”. Como ella hay varias mujeres en un albergue de San Luis Río Colorado, México, que se arrepienten de haberse separado de sus pequeños y que han tratado varias veces sin éxito de cruzar irregularmente la frontera para reunirse con ellos.
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