Según denuncian organizaciones no gubernamentales, aproximadamente 3,000 personas con fallas renales han perdido la vida en menos de un año en el país. Además de batallar día a día con la enfermedad, los pacientes tienen que lidiar con las precarias condiciones en que deben realizar sus tratamientos. A lo anterior se suma que varios centros de salud carecen de medicinas para atender las posibles complicaciones que puedan surgir y tampoco cuentan con médicos especializados.