Moisés Ramírez permaneció en una Unidad de Cuidados Intensivos con un pronóstico poco alentador, pero su familia acampó durante siete semanas al pie de la ventana del hospital esperando su recuperación. El coronavirus le ocasionó daños en los riñones y le colapsó un pulmón, pero se salvó de morir y ahora continúa las terapias desde casa. "Es un milagro que Dios nos ha hecho", asegura su esposa Delia.
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