Camila Ortiz, de 12 años, decidió ayudar a los ancianos que viven en Ejido Albia para que pudieran acceder a la vacuna, pues esta comunidad está alejada de las zonas urbanas. "Ellos no tienen muchos recursos, no tienen en qué trasladarse, ni tampoco quién los registre", dice sobre la razón por la que fue con su computador a esta localidad para inscribirlos. Ella también consiguió voluntarios que pagaron un autobús para trasladarlos.
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