Diariamente, en los botes que cruzan el río Bravo, llegan a Texas decenas de niños que salen solos de sus países y se entregan a la Patrulla Fronteriza de EEUU con la esperanza de reencontrarse con sus padres u otros familiares. Algunos de ellos hablan sobre la fuerza que los impulsa y les quita los temores durante la travesía, también aseguran que se cuidan entre ellos en el viaje.
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