Francisca Lino lleva tres años viviendo en una iglesia santuario en Chicago, ya que tiene activa una orden de deportación. Sin embargo, al enterarse de la moratoria que frenaba este proceso migratorio por 100 días empacó maletas para reencontrarse con sus hijos, pero cuando ya se disponía a salir del recinto religioso, se enteró de que un juez había bloqueado la orden del presidente y tuvo que regresar para volverse a proteger de ICE.
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