Las altas temperaturas, que en muchos casos se mantienen arriba de los 90 grados Fahrenheit, han hecho que en ciudades como Boston, Chicago y Nueva York se declaren alertas debido a que pueden suponer un riesgo para transeúntes y comerciantes. Asimismo, médicos recomiendan a las personas evitar la exposición directa al sol por largos periodos de tiempo y mantenerse hidratadas para no sufrir los llamados “golpes de calor”.
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