A diario nos enfrentamos a la toma de decisiones y nos pregutamos si estamos haciendo lo correcto, si es lo que debemos hacer. Identifica aquí cuáles son las cosas que conducen a tomar decisiones erróneas y evítalas.
Todos los días nos vemos obligados a tomar decisiones, unas más importantes y determinantes que otras, pero resoluciones al fin y al cabo. Elegimos qué ropa usar, qué comer, a qué le damos prioridad, y le dedicamos nuestro tiempo, entre otras muchas cosas.
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Falta de atención. Todos tenemos cientos de cosas por hacer y puede ser difícil concentrarse en una tarea a la vez. Si a la hora de tomar una decisión importante tenemos nuestra atención en varias cosas, es probable que tomemos una determinación apremiados por la urgencia y obviemos el proceso de analizar y resolver con éxito.
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Cada vez que tengas que tomar una decisión, no importa el tipo o tamaño de ésta, lo más recomendable es analizarla y meditarla bien. Si se trata de decisiones importantes (comprar una casa, un auto, cambiar de trabajo) quizá lo más conveniente sea recabar más información y tomarte más tiempo para decidir.
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Ansiedad. Dudar es algo absolutamente normal en las personas, sin embargo, si tienes altos niveles de ansiedad es probable que dudes más de lo normal, lo que a su vez te causaría dificultades para tomar una decisión. Tratar de mantener la cabeza fría y evitar los nervios ante una toma de decisiones, esto te permitirá evaluar mejor las posibles opciones.
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Miedo. El temor a tomar la decisión equivocada, al fracaso o a lo que los demás podrían pensar o hacer a partir de nuestra decisión puede afectar notoriamente no solo nuestros niveles de confianza, también nuestras elecciones. Intenta pensar en el peor escenario posible y si no sale bien, ¿qué es lo peor que puede pasar?.
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Independientemente del resultado de tu decisión, si lo has elegido tú, según tus prioridades, preferencias y te aseguras de que es algo coherente con tus valores, te sentirás segura y estará enfrentando tus miedos.
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Si estás por tomar una decisión, pero algo dentro de ti algo te dice que no es la correcta, debes confiar en tu intuición y buen juicio. No debes tomar decisiones si tienes dudas.
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Posponer. Cuando tomar una decisión se vuelve complejo, solemos retrasar el tiempo para dar una resolución. La indecisión puede ser peor que una mala decisión. Lo ideal sería evaluar ventajas y desventajas con la información disponible, considerar las consecuencias y avanzar.
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Depender de otros. Otro hábito negativo es no hacerse cargo de las decisiones que haya que tomar y esperar a que alguien más lo haga por nosotros. Debes evitar a toda costa dejar tus decisiones en manos de otros o la costumbre de consultarlo. Libérate, no necesitas el visto bueno de los que tienes a tu alrededor. Aduéñate de tu vida y tus decisiones.
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Cuida tus emociones. Las emociones pueden afectar nuestro juicio, es mejor no tomar decisiones importantes mientras resolvemos nuestros sentimientos, Por ejemplo, el enojo, el coraje desbordado, te puede volver impulsiva y orillarte a decisiones erróneas.
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Si estás alterada, vale la pena relajarte y tranquilizarte, y decidir a lo mejor en unas horas o al día siguiente. El estar tranquila te dará una mayor claridad y sabiduría para tomar la decisión correcta, y te ayudará a evitar errores de los que más adelante podrías arrepentirte.
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No anticipar o prevenir. Ver más allá del corto plazo, anticipar circunstancias, sean positivas o negativas. Muchas veces se toma una decisión pensando sólo en las posibles consecuencias inmediatas, sin embargo, también hay que observar las situaciones futuras que podría generar el tomar alguna decisión.
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Decidir y tomar buenas decisiones suele ser una tarea difícil para la gran mayoría de las personas. Nadie niega que asusta mucho ya que implícitamente significa aceptar sus consecuencias, pero deben ser tuyas y de nadie más.