El amor no sólo cambia los hábitos y la forma de ver el mundo, ¡también apunta directamente a tu cerebro!
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Así es: Cupido lanza una flecha y te atraviesa directo en el cerebro, donde cambia poco a poco su química.
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De acuerdo con los últimos estudios, cuando una persona se enamora, al menos 12 regiones distintas del cerebro son modificadas.
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Vas caminando por la calle, en el centro comercial o en un restaurante… ¡y de repente lo ves! Es todo lo que habías esperado. ¡Te llegó el ‘flechazo’!
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De acuerdo a expertos, esta jugarreta de Cupido suele sentirse como al consumir drogas, debido a la liberación de hormonas relacionadas con las zonas de recompensa y placer del cerebro.
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Pero, ¿cómo es que elegimos una pareja? Estudios de esta década han revelado que las personas suelen sentirse atraídas a individuos con una histocompatibilidad mayor; es decir, amantes que tiene una semejanza inmunológica.
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Cuando una persona está conociendo a otra en una cita, suele ruborizarse con sólo verla a la distancia. ¡Y ni hablar de mirarla directamente a los ojos. ¿Por qué sucede esto?
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La noradrenalina es la hormona responsable de hacer que el individuo se sienta bajo un estado de euforia total. Además, es la que provoca el rubor en las mejillas y la excesiva sudoración en las manos. Que no te dé pena tomarle de la mano, ¡es lo más normal!
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Si las citas continúan y el enamoramiento prospera, comienza a liberarse dopamina. Este mensajero químico se relaciona con el placer. Por eso la sensación de no querer alejarse de esa persona.
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¡Y entonces se dan el primer beso! 30 músculos de la cara entran en acción, los vasos sanguíneos se abren, sube la tensión sanguínea, se disparan los latidos del corazón y se secretan hormonas que sirven como anestesia y fortalecimiento del cuerpo.
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¿Citas en el cine? ¿Flores? ¿Ir a un lujoso y romántico restaurante? Esto provoca la producción de oxitocina, ‘la hormona del amor’. En grandes cantidades se extiende por el cuerpo, y gracias a ella se permite una relación duradera, monógama y de fidelidad, ayudada por la vasopresina.
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Por la confianza, el respeto y el afecto que sientan el uno por el otro pueden llegar a querer intimidad, lo que equivale a activar el hipotálamo y la amígdala. Estas dos zonas cerebrales están íntimamente relacionadas con los impulsos más primitivos del hombre.
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Cuando se está cerca de la persona que se ama, generalmente no hay estrés. ¡Debido al efecto de la oxitocina! En la intimidad también se libera una enorme cantidad de endorfinas que llevan al cerebro un estado de éxtasis, anestesia y bienestar. Al estar con la pareja, el cuerpo libera también monóxido de nitrógeno, favoreciendo el riesgo sanguíneo de los órganos sexuales.
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¿Has escuchado el dicho ‘el amor es ciego? Pues es cierto: contrario al resto de las zonas del cerebro que se desactivan por el enamoramiento, las regiones que regulan las emociones negativas y el juicio crítico están apagadas. Por eso cuesta tanto ver la realidad al estar enamorado.
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También es cierto que el corazón late con más fuerza, puesto que se activa el sistema nervioso vegetativo, el encargado de regir funciones corporales que no dependen de la voluntad del individuo. El cerebro recibe una advertencia de amenaza, en este caso ‘la persona que se ama’, secreta adrenalina e impulsos nerviosos que dan la orden de estar preparado ante cualquier cosa. ¡Pero nunca estarás preparada para su sonrisa!
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Deja que la química de tu cuerpo reaccione ante todos esos sentimientos, ¡disfruta el amor!