María Contreras y Mónica Davis tenían algo en común a pesar de no conocerse. Ambas estaban condenadas a morir si no lograban un trasplante de hígado. Tras una larga espera, en 2020 recibieron la llamada que habían estado esperando. En un procedimiento de alto riesgo y sin garantía de que funcionara, ambas recibieron el mismo hígado dividido en dos partes en un hospital de Cleveland.
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