El salvadoreño José Mauricio Rauda cuenta con orgullo que él estuvo entre la cuadrilla de obreros que pintaba y retocaba constantemente el puente Francis Scott Key de Baltimore, Maryland. El mantenimiento lo hacían con frecuencia manos de inmigrantes hispanos en horas de la noche. Ese turno, poco deseado, es para muchos latinos la única opción de proveer un sustento a sus familias.
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