Marcelo Flores volvía locos a sus padres corriendo con su auto de baterías por toda la casa. Hasta que lo llevaron a una pista en Monterrey, México. Allí destacó de inmediato y ahora no hay quien controle su obsesión por la velocidad. ¿Qué han hecho los padres para sopesar los sueños del niño y los altos riesgos?
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