En un recorrido reciente, unas madres entraron a la sala de torturas de una casa abandonada de Poza Rica, México, que fuera propiedad de un cartel de la droga. Ellas pudieron ver las marcas de quienes padecieron tormentos a manos de los criminales. Estrella, Leonor y Enriqueta están perplejas. Lichita no se atreve a mirar.
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